Cuando peleamos para Dios
(Jueces 5)

Introducción:
A lo largo de la historia de la humanidad Dios se ha relacionado con el ser humano de maneras distintas. Una de estas maneras fue formar un pueblo comprometido con él para que diera testimonio a los demás pueblos del verdadero Dios. Es así que, mientras en las naciones había un politeísmo impresionante, en este pueblo había la conciencia de un solo Dios a quien se debía adorar. Este era el pueblo de Israel. Israel era el pueblo con el que Dios tenía un pacto, una alianza o convenio con compromisos para ambas partes. Esta relación constituía lo que se llama una teocracia: Dios, Yahveh, era el rey de este pueblo. Ellos representaban a Dios, de manera que cuando peleaban una guerra lo hacían en nombre de su Dios, peleaban para Dios.
Después de la salida de Egipto, hubo un período de unos 400 años cuando la nación vino cayendo y levantándose cíclica mente en su relación con Dios. Ellos luchaban contra la influencia del politeísmo de los pueblos vecinos. Cuando violaban su compromiso con Dios, él los dejaba bajo la opresión de sus enemigos. Entonces ellos se arrepentían y Dios levantaba un líder que los guiara a la victoria nacional. Este período de la historia es relatado en el libro de los Jueces.
En este momento Dios ha permitido que Israel caiga bajo el poder de un rey cananeo llamado Jabín y el capitán de su ejército llamado Sísara, los cuales tenían 900 carros herrados (4:2-3). Lo interesante en este caso es que Dios no usa a un gran guerrero o líder para sacar adelante a Israel, ¡él usa a dos mujeres! Una fue la juez o gobernadora del pueblo: Débora, y la otra era incluso una extranjera: Jael, quien eliminó al capitán del ejército enemigo.
Mis amados, en este momento de la historia que vivimos ya no hay tal cosa como una “teocracia”, hoy día ningún país del mundo representa los intereses de Dios. El Israel de hoy no pelea por el Dios de Israel antiguo (esto que digo es importante para entender el conflicto que hay entre Israel y Palestina). Pero los intereses de Dios hoy están representados por la iglesia. El reino de Dios es ahora en las vidas de aquellos que reconocen a Jesucristo el Hijo del Dios de Israel. El propósito de Dios no ha cambiado, él desea que las naciones le conozcan y le entiendan. Las batallas de Dios son peleadas por la iglesia y se pelean no contra naciones, sino contra las fuerzas del mal que se oponen al propósito de Dios de reinar en la vida de los hombres. En el capítulo 5 de Jueces tenemos un canto de victoria compuesto para celebrar la derrota de los enemigos de Dios. Es compuesto probablemente por la principal protagonista de esta victoria, esta mujer Débora. Esta mañana quisiera que sacáramos varios principios de este canto que nos ayudan a entender nuestro papel como cristianos en la batalla por la extensión del reino de Dios.

I.      Cuando Dios da una victoria hay grandes razones para alabarle (vrs. 1- 12)
A.      Se alaba a Dios por la gente comprometida a la causa de Dios (1-3)
1.  “Por haberse puesto al frente”: literalmente es “ Por haberse soltado la cabellera”, en alusión a un rito hecho como compromiso a la batalla.
2.  Por el ofrecimiento voluntario del pueblo: esto se repetirá en vr. 9.
3.  “Load a Jehová”: es alabar o bendecir, implica a alguien como la fuente de especial poder o beneficios. Aquí el Señor es reconocido como el digno objeto de alabanza porque el pueblo animadamente se ha ofrecido para la batalla.
B.      Se alaba a Dios por su poderosa participación en la batalla (vrs. 4-5): se presenta a Dios llegando a la batalla con su majestuosa presencia.
C.      Se alaba a Dios por levantar una lidereza en un tiempo decadente (vrs. 6-8)
D.      Se hace un llamado a que todos alaben a Dios por la victoria (vrs. 9-12)
1. Los voluntariosos (9)
2. Los viajeros: tanto los ricos como los pobres (10)
3.  Aún en el campo o campiña debían de alabar a Dios (11)
4.  Débora y Barak (12).

Aplicación: cuando nos involucramos comprometidamente con la causa de Dios, con la extensión de su reino, hará alabanza en nosotros, porque hay alegría en ver cómo Dios nos usa y usa a otros. También le alabamos porque podemos ver su grandeza y poder en medio de la batalla, de nuestro servicio a él. ¿Tienes tú motivos alabanza a Dios?
Veamos en 2º lugar que… como es de esperar:

II.    En las batallas de Dios hay gente que pelea y gente que no pelea (vrs. 13-22)
A.      Están los que acuden al llamado (vrs. 13-15a y 18)
B.      Están los que se quedan y no acuden (vrs. 15b-17)
C.      Dios es finalmente el que da la Victoria (vrs. 19-22)
1.  “Las estrellas  pelearon” (vr. 20): se trata de una figura literaria para hablar de la intervención divina en la batalla. Aquí poéticamente se pone a las estrallas como agentes de Dios que envían la lluvia.
2.  “El torrente de Cisón”: este era un lecho seco en la temporada seca. Pero por medio de una inesperada lluvia de verano que innudó el torrente el ejército enemigo es debilitado y finalemte derrotado (cp. 4: 7 y 15)

Aplicación: En la iglesia, que es el actual pueblo de Dios, habrán también los que pelean en la batalla por el avance del reino de Dios, pero también habrán los que se quedan a observar nada más. Algunos meditarán, tomarán incluso decisiones, pero a la hora del llamado no aparecerán. ¿De cuáles seremos tú y yo? ¿De los que salen a la batalla o de los que se quedan en los rediles para oír el valido de los rebaños?
Cualquiera que sea tu respuesta, déjame animarte con el último punto…

III.  Hay bendición para el que pelea al lado de Dios, pero maldición para sus enemigos (vrs. 23-31)
A.      Hay maldición para el que reusa participar en la batalla (vr. 23): Meroz, probablemente era una ciudad gentil en la region de la batalla. Esta ciudad tendría un pacto con Israel, pero lo rompe al no acudir “al zocorro de Jehová”. Esto nos recuerda que la batalla es de Jehová, no de Débora o Barak.
B.      Hay bendición y alabanza para el que se une a Dios en la batalla (24- 31)
1.  Jael, era también una mujer gentil, quien da fin al general del ejército enemigo.
2.  “Los que aman a Dios”: al final hay un contraste entre los que aman a Dios y los enemigos de Dios. Los enemigos de Dios terminan mal, ya sea los que rehusan unirse a su causa, a sus batallas o ya sean sus enemigos declarados. Pero los que aman a Dios, los que están de su lado serán bendecidos.

Aplicación: La bendición consiste en estar del lado de Dios. Esto implica estar involucrado en sus asuntos, en su agenda, en sus batallas. La batalla de Dios hoy por hoy es por el corazón del hombre. El ejército de Dios somos los creyentes llamados a predicar el evangelio, somos la iglesia.  Así que la bendición es para los que sirven a Dios en la tarea de la iglesia de hacer discípulos, los que unen sus fuerzas para con Dios para avanzar su iglesia sobre la tierra. Estos reciben el beneplácito de Dios. Por el contrario, ser indiferente u oponerse es buscar una maldición.

I/C: Alabemos a Dios por las victorias, siendo participes activos de ellas y no indiferentes.


Conclusión: Como pueblo de Dios bien seremos de los que celebramos los triunfos de Dios o seremos de los que rehusamos participar en ellos. En el peor de los casos podemos ser de los enemigos de Dios, aquellos que pelean contra sus propósitos. Como dice un estudioso de este libro de Jueces: “un enemigo de Dios es todo aquel cuyas acciones y metas corren en contra de la agenda de Dios”. 

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