¿Cómo hacemos discípulos? (Mat. 9:9-13)


Introducción
                Una de las mayores preocupaciones en mi corazón es que la iglesia sea lo que nunca planeo Jesús. Que la iglesia se convierta en muchas cosas y deje de ser lo que se supone que es. Algunos piensan que la iglesia es como un “club de buenas personas”: pertenecen sólo las buenas gentes, “los santos”. Otros piensan que es algo así como “un lugar de entretenimiento en vivo” donde vamos ver un Show espectacular. Otros parece que piensan que es algo así como un desfile de modas, donde voy para lucir mi linda figura y mis lindas prendas… Aún otros parecen sentir que la iglesia es su pequeño reino donde el pastor es el rey, los líderes son los “funcionarios” y los hermanos los súbditos… que nadie se atreva a violar las normas de mi reino porque la ira del rey se deja sentir. Con conceptos así, olvidamos que la misión de la iglesia es hacer “discípulos” para Jesús, gente que sigue a Jesús, que lo ame. Pero ¿cómo podremos hacer discípulos si no derribamos los malos conceptos que a veces tenemos (consciente o inconscientemente) sobre lo que somos como iglesia. Esta mañana quiero que volvamos al tema de la misión. ¿Cómo hacemos discípulos para Jesús? Vamos a Mateo 9 para descubrir tres maneras del discipulador por excelencia, nuestro Señor.

I.      Invitando a la gente a seguir a Jesús (vr. 9)
a.    “Jesús vio a un hombre…”: La iniciativa del llamamiento viene totalmente de Jesús. Igual el evangelista toma la iniciativa, esperando que Jesús haya visto a esa persona.
b.    “sentado en la oficina de los tributos”: hay una realidad en cada posible discípulo
c.     “sígueme”: el llamamiento evangélico es a seguir a Jesús
d.    “le siguió”: es la respuesta correcta. La respuesta de Mateo es de tan inmediata naturaleza que muestra lo irresistible del llamamiento de Jesús, su autoridad (aunque sabemos que no todos los que recibieron una invitación directa del Señor reaccionaron positivamente.

II.    Rechazando el prejuicio “santurrón” hacia la gente (vr. 10-11)
a.    “en la casa”: es probable que “la casa” aquí no se refiera a la casa de Mateo, sino a la de Jesús en Capernaúm. De manera que tenemos a Jesús como anfitrión en su casa (Luz, Gundry. Cp. 4:13; 9:28; 13:1, 36; 17:25).
b.    “sentado”: lit. “reclinado”, era la costumbre cuando los amigos se reunían para comer, ya que las mesas eran bajitas y se reclinaban sobre cojines en el suelo. Pero la implicación aquí es que Jesús les ha invitado al banquete mesiánico de la salvación (la salvación se ilustra en Mateo como un banquete). Tenemos a Jesús en su banquete, como un preludio de su reunión final con todos los salvados en el banquete mesiánico.
c.     “muchos… llegaron”: que estas personas hayan “venido” a Jesús a su casa implica que ellos han aceptado la invitación de Jesús a ser discipulados por él (Gundry)
d.    “vuestro maestro”: en Mateo sólo los que están fuera del círculo de Jesús le llaman “maestro”. Esa manera de hablar refleja la separación entre fariseos y discípulos: “ustedes le siguen nosotros no”.

III.                Aprendiendo la lección de la misericordia  (vrs. 12-13)
a.       “id” implica que los fariseos tienen que salirse del banquete de Jesús. El anfitrión los echa, a menos que aprenda la lección de la misericordia.
b.      “Misericordia y no sacrificio”: es un dicho de parte de Dios (pero aquí de Jesús) en  Oseas 6:6. No implica que Jesús menosprecia lo cúltico (sacrificios), más bien significa que para el Señor la misericordia (el amor) tiene mucho más valor que el sacrificio. Jesús estaría diciendo: “yo deseo la misericordia más que el sacrificio” (nos recuerda a Pablo en 1ª Cor. 13:1-3). Sacrificio sin misericordia no vale nada. El Mandamiento a lo cúltico no se puede separar del amor ni oponérsele (Luz).
c.       “llamar no a los justos sino a los pecadores”: “justos” no debemos entenderlo como irónico (Luz). Hay justos verdaderos en Mateo 1:19 y 5:45. Más bien es un dicho literal: los justos no necesitan ser invitados porque ellos ya han aceptado la invitación de Jesús (Gundry). La declaración de 13b está formulada de manera paralela al versículo 12: los sanos no necesitan médico sino los enfermos, así los justos no necesitan venir a Jesús sino los pecadores (Luz)

I/C: Hagamos discípulos invitando a la gente a seguir a Jesús, cambiando nuestra superioridad por la misericordia

Conclusión
                La iglesia es un grupo de personas que entienden su necesidad de Dios, entienden su pecado y su incapacidad de agradar a Dios, su enfermedad crónica y mortal y por lo tanto hemos venido al médico para que nos sane. Los que ya estamos en las manos el médico somos llamados a invitar a otros enfermos a venir a él para que los sane. No invitamos a los sanos, sino a los enfermos, pero esta actitud requiere compasión, misericordia y amor por la gente… no gente sana, no gente como la que a mi me cae bien, gente con vicios, con pecados… enferma… Si no adoptamos la vocación misericordiosa que nos mostró nuestro Señor, no podemos ser la iglesia del Señor. Es necesario despojarnos de nuestro espíritu de superioridad, de santurrones y con humildad recordar que si estamos aquí es porque hemos reconocido nuestra enfermedad y nos hemos puesto en las manos del médico. La iglesia no es un club de “bonitos”, es más bien un hospital de enfermos en proceso de ser sanados por el Médico de médicos. El culto al Señor es importante y bueno, la misericordia para con el pecador es superior al culto en los ojos de Jesús. ¿A qué nos pareceremos más nosotros? ¿A la actitud de Jesús o a la de los fariseos?



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