Martirio y vindicación. Ap. 6:9-17 (5o y 6o sellos).



Introducción

¿Hasta qué punto los cristianos de hoy día estaremos (especialmente en este lado del mundo) dispuestos a sufrir por el evangelio? El músico John Fisher comentando la encuesta de Gallup sobre el número de cristianos nacidos de nuevo a nivel global dijo lo siguiente:
Apunta con un arma a cada una de las sesenta millones de personas que, según la encuesta del Sr. Gallup, son cristianos nacidos de nuevo. Diles que renuncien a Cristo o les vuelas la cabeza, y después cuenta otra vez. Creo que Gallup, como Gedeón, verá que sus tropas disminuyen. De hecho, hoy probablemente no hace falta que el precio sea tan extremo. La amenaza de confiscarles sus aparatos de televisión podría producir los mismos resultados. Cuando la fe es barata, se claudica fácilmente (Keener, CBCA NVI).

    Sin duda hay cada vez menos disposición en nosotros los creyentes para padecer por el testimonio del evangelio. Más bien se nos ha vendido la idea que llegar al evangelio significa acabar con cualquier tipo de padecimiento o dolor (¡y la hemos comprado!). Sinceramente creo que este espíritu anti-sufrimiento se ve reflejado en el hecho de que los cristianos actuales cada vez estamos compartiendo menos nuestra fe. Hemos aprendido que compartir la fe, en estos últimos tiempos no es bien visto. La fe, se nos ha convencido, es un asunto personal, para uno sólo, no para compartir con nadie. Si la compartimos, nos arriesgamos demasiado a ser confrontados, desafiado, criticados, tenidos por intolerantes y hasta ridiculizados por el mundo de hoy. Entonces, el camino más conveniente que nos resulta es callar el evangelio y seguir tranquilos, vivir sin molestar a nadie, sin ofender al mundo. Pero este camino, parece total y absolutamente distinto al que se presenta en la Biblia como el deber y compromiso de la iglesia autentica.  Por lo tanto es urgente que cambiemos de actitud y volvamos a la Biblia y obedezcamos a Dios. Les invito a abrir la Biblia en Apocalipsis capítulo 6, versículos 9 a 17, y redescubramos que la apertura del quinto y sexto sello nos muestran que para Dios, sus hijos son llamados a una vocación de sufrimiento, y no solo eso, en realidad son llamados  a una vocación al mismo martirio.

… Veamos en primer lugar que…

I. El cristiano autentico mantiene su testimonio aún a costa de su propia vida (vrs. 9-11)

         A.     La apertura del 5º sello muestra a Juan a los creyentes mártires que claman a Dios por justicia        (vrs. 9-11)
1)     “Cuando abrió el quinto sello”. El quinto sello da inicio a un nuevo tema. Ya no tenemos mas jinetes de juicio, tampoco seres vivientes invitándolos a salir. Ahora se nos presenta un nuevo o unos nuevos personajes: los creyentes, pero no creyentes vivos, sino creyentes que han muerto.
2)     “vi bajo el altar”: la imagen de un altar viene del templo israelita, donde hubo dos altares, el del holocausto en el atrio e los sacerdotes, donde ofrecían las víctimas de los sacrificios cuya sangre se derramaba al pie del altar y ya dentro del templo estaba el altar del incienso (Lev. 4:7). Por lo que sigue, parece que aquí es un altar donde se ofrecen victimas, el altar del holocausto.
3)     “las almas de los que habían sido muertos”: El que las almas de los mártires estuvieran debajo del altar es una forma de decir que, desde el punto de vista de Dios, las muertes prematuras de estos creyentes en la tierra representan un sacrificio presentado en el altar del cielo” (Munce). La idea es que han sido sacrificados sobre el altar y su sangre ha sido derramada en la base de este (Ladd, Osborne). El verbo que se usa para “muertos” es el que se usa para los animales que se sacrificaban en el altar, pero en este caso la referencia es una muerte violenta (BDAG). Entonces, en la visión, el cielo se representa como un templo, lo cual era común en el AT (Hab. 2:20). Recordemos que el escenario dentro de la visión es el salón del trono de Dios. Quizá sea importarte observar que según esta visión “los muertos están en el cielo” (Aune). Son las personas mismas, con conciencia, pero que esperan la vida plena que viene con la nueva corporeidad de la resurrección (E. Schuweitzer, CDTNT, 1336). Pero no son cualesquiera muertos, ellos han sido matados violentamente por dos razones:
4)     “Por causa de la palabra de Dios”: la frase probablemente significa “por causa de su obediencia a la palabra de Dios” como en 12:17 y 14:12 (Osborne). La “palabra de Dios” es el evangelio de Dios, que ellos han creído (Ladd). “… y por el testimonio que ellos tenían” se refiere a la confesión del evangelio que ellos habían mantenido en su vida (“tenían”, ipf. de costumbre probablemente) (H. Strathman, CDTNT, 557-8). Es el testimonio que les ha sido transmitido por Jesús y que ellos aceptaron, mantuvieron y por el cual ellos fueron martirizados (Ladd y Aune, KIstemaker. Ladd también dice que en esencia todos los discípulos somos mártires, y que Juan tiene presente a todos los que han sufrido por serlo, incluyendo no solo a los mártires cristianos sino a todos los creyentes desde Abel. Así también Foulkes). Aplicación: “Mantener el testimonio” implica tanto guardar la verdad de Dios en el corazón como testificar de ella con la boca (Kistemaker). Una observación interesante aquí es que “Juan no sabe nada sobre un ‘arrebatamiento’ de la iglesia por el que los cristianos son librados de la tribulación que normalmente acompaña a una vida piadosa (2 Tim. 3:12). Los tales ascienden al cielo través del sufrimiento y de la u, como fue el caso de Jesús: no se les lleva al cielo para que escapen del sufrimiento de la tierra” (Mounce, Osborne).
5)     “no juzgas y vengas”: los santos martirizados claman por justicia y venganza. Esto perturba a algunos, porque no les parece muy cristiana la petición. Sin embargo, desde el AT se ve que el pueblo de Dios espera una vindicación de parte de Él (Sal. 79:5, 10; Zac. 1:12). No se trata de un clamor por una venganza personal, un deseo de ver sufrir a los que les han maltratado (Mounce). Se trata de una venganza de carácter justiciero (Stam). No se defiende la legitimidad de un afán de venganza, sino la vindicación de los oprimidos. Lo que esté en juego es el propio carácter de Dios: su justicia y rectitud, por no hablar de su bondad hacia los que ama (Glasson, citado por Mounce). Es un llamado por la justicia divina (Osborne).
6)     “los que moran en la tierra”: en Apocalípsis se usa 9 veces y siempre se refiere a los enemigos del evangelio (Aune)
        B.     Dios les responde que deben esperar hasta que el número de mártires sea completado (vr. 11).
1)   Primero: “se les dieron vestiduras blancas” (pasivo divino): en el primer siglo, tales vestimentas fueron indicativo de un alto estatus (los escribas por ejemplo, Mr. 12:38). En la literatura apocalíptica son un signo de la gloria de la recompensa celestial. Si bien van implícitas las ideas de pureza, santidad y aún de la victoria (los romanos), más generalmente indican la vindicación y recompensa para los fieles, su salvación obtenida en base a la obra de Cristo y su relación de obediencia con él (en 19:8 representan las obras justas de los santos) (sigo a Osborte en esto).
2)   Segundo: se les dice que descansen por un poco de tiempo hasta que se completara el número de los mártires. En su soberanía, Dios tiene establecido un número de santos que morirán por su causa. Esto era muy real para los lectores de Juan en el primer siglo. El historiador Tácito dijo que “cubiertos con pieles de animales salvajes, eran despedazados por perros hasta la muerte o se les clavaba en cruces o se les condenaba a las llamas contribuyendo a la iluminación nocturna de los jardines de Nerón (Anales, 15.44).  El “hasta”, significa que efectivamente, hay un momento establecido para la vindicación de los creyentes, pero mientras tanto ellos deberán seguir siendo testigos aún a costa de la vida misma.

Aplicación: 1) Estos textos nos hablan de una realidad poco popular en la iglesia occidental contemporánea: nos hablan del sufrimiento por Cristo. Pero es una idea ajena a la Biblia pensar que seguir a Cristo equivale a la resolución de todos los problemas, aflicciones y necesidades humanas. Más bien desde los propios labios del Señor Jesús parte la idea de que seguirle a él implica negación, afrenta, oposición de la gente aún de la propia familia. No nos dejemos llevar, por favor hermanos, de las corrientes que dominan el cristianismo de hoy. El verdadero discípulo seguirá a su Señor en la hostilidad de un mundo enemistado contra Dios.  2) En segundo lugar, estos versículos nos recuerdan      que somos gente que provoca el odio y el desprecio. Al proclamar a Jesús como Señor absoluto del universo provocamos a los que tienen a otros “señores” o a los que piensan que Jesús es sólo una de tantas alternativas. Los primeros cristianos eran desafiados a renegar de Jesús y a confesar las deidades romanas o al emperador mismo y ante la necedad de su confesión por Jesús como Señor eran llevados al martirio. Mantener nuestro testimonio no solo significa seguir creyendo “muy profundamente”, “muy en nuestro interior” en la verdad de Cristo, significa confesarlo con nuestra boca ante el mundo hostil. Pero esto pude significar la pérdida de nuestro lugar en el aprecio de la gente, de amigos, de familia. Puede implicar la afrenta y la burla, la incomprensión del mundo. Incluso puede implicar la pérdida de la vida misma. Pero es precisamente lo que significa ser un testigo de Cristo. El carácter del discípulo implica que cumplimos la tarea de testifica incluso a un alto precio. Este quinto sello nos advierte que si vamos a cumplir esta tarea no podemos tener en gran estima nuestras vidas y posesiones. “No se puede tener un pie en Babilonia y otro en la ciudad celestial” (Keener). O sea, no podemos quedar bien con el mundo y con Cristo a la vez.
…Ya sabemos lo que debemos esperar los creyentes mientras cumplimos la tarea de ser testigos en un mundo hostil al Señor. Entonces, ¿qué debe esperar este mundo hostil que odia a la iglesia que testifica y al Señor que proclaman? Veremos esto en un momento, antes, notemos que en los versículos 12-14 tenemos la apertura del 6º sello. Este sello puede verse como la respuesta de Dios (quizá el principio de esta respuesta, Stam) al clamor de los mártires por la justicia reivindicativa (Mounce). El 6º sello anuncia la sobrecogedora anticipación de la destrucción del mundo. Así que en 2º lugar se nos dice que…

II. Dios anunciará claramente la llegada de su gran juicio sobre el universo creado (vrs. 12-14).

Al entrar a estos versículos debemos entender dos cosas importantes:
Primero, debemos entender que aquí se nos presenta por primera vez en el libro el gran evento del final de los tiempos, el desenlace de la historia humana, el juicio de la humanidad en rebeldía contra Dios. Popularmente se le ha llamado el Juicio Final. “El sexto sello describe el final del cosmos como tal y como lo conoce la humanidad. Lejos de ser un juicio repetible dentro de la historia, como los de los 4 jinetes (6.1-8), representa la disolución de los cielos y el reconocimiento final por parte del mundo, de que se encuentra bajo la ira de su creador (6:16-17) (Keener, CCANVI). A través del libro el autor nos irá dando más detalles de este evento, como una espiral que se vuelve cada vez más abarcadora y completa.
Segundo, con la mayoría de estudiosos de este libro creo que los fenómenos descritos a continuación no debemos entenderlos de modo “absolutamente” literal. Esta forma de comunicarse era parte del lenguaje apocalíptico de la época. Tampoco debemos tratar de asignarle a cada elemento un significado espiritual que se debe decodificar. Este lenguaje gráfico no describe fenómenos astronómicos literales: estrellas que se sacuden o desaparecen son recursos poéticos que señalan grandes devastaciones como las guerras (Keener, CCCB). Lo que sí podemos decir es que cuando llegue el día del juicio se producirán grandes trastornos cósmicos (no podemos ni debemos tratar de descifrar con precisión qué será lo que ocurrirá en ese día, debemos tratar de verlos a la vez como literales y simbólicos) que para la sociedad secular y enemiga de Dios no quedará duda de que Dios ha entrado en juicio contra ella (Mounce, Osborne, Kistemaker). Prosigamos al texto…

         A.     A la apertura del 6º sello ocurre un gran terremoto (12ª)
1)     El “gran terremoto”: Es repetido en la 7ª trompeta (11:13, 19) y en la séptima copa (16:18-21). Así que sin duda muestra que estamos ante el anuncio del fin del mundo, el juicio final.
2)     Algunos han espiritualizado este lenguaje y piensan que se habla de una convulsión socio-política en el mundo. Sin embargo, hay todo un trasfondo en el AT que nos permite ver que lo que se describe es la irrupción final de Dios en juicio sobre la humanidad o más bien sobre el universo creado (Ladd). Indica que la creación de Dios está íntimamente involucrada en el día del juicio (Kistemaker).
3)     En el AT, la figura de un terremoto cósmico es una especie de “heraldo” de Dios que viene en juicio contra sus enemigos (Osborne cita: Joel 2:10-11 entre otros), llegando a ser un terremoto cósmico o universal que estremece tanto los cielos como la tierra (Is. 24:18-23). Es parte integral de lo que se llama en el AT “el día de Jehová” (Joel 2:1-10, p. ej.)
4)     En el discurso escatológico de Jesús, el terremoto anuncia la 2ª venida del Señor (Mr. 13:24-27).

         B.     A la apertura del 6º sello ocurren fenómenos en los astros que inauguran el fin (12b-14)
1)     “el sol se puso negro como cilicio” (cilicio de cerda o pelo lit. ). El cilicio era una especie de saco (sayal) de tela de pelo negro de cabras usada en tiempos de lamento o luto. El tema del luto nos prepara para la escena de terror mortal que viene (Osborne).
2)     “la luna se volvió toda como sangre”: quizá como resultao del oscurecimiento del sol. Ambas imágenes, el oscurecimiento del sol y el enrojecimiento de la luna (que profundiza la escena) son una señal de juicio divino (Ex. 10:22; Is. 13:9-10; Ez. 32:7-8). En esta clase de literatura la conjunción de varias señales celestiales indica el fin del tiempo (Keener). Este oscurecimiento de soly luna, quizá debemos entender que indican el fin de su función de dar y reflejar la luz (Kistemaker). Es el inicio del proceso por el cual Dios volverá la creación a su estado primitivo (en Gen. 1:2, las tinieblas dominaban) para dar paso a una nueva creación: ¡cielo y tierra nueva!
3)     “Las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra”: es obvio que no puede ser literal esta imagen, por el conocimiento que tenemos ahora en día (Ladd). Estamos ante otra gran imagen del fin de los tiempos. Parece, más que estrellas que caen, un desplazamiento completo de las estrellas en el espacio.
4)     “el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla”: no sola caen las estrellas, la imagen es completada con la desaparición total del firmamento como lo conocemos. Para los antiguos, estas imágenes sólo podrían significar que el fin había llegado (Mounce). La imagen procede de Is. 34:4, donde se refiere al juicio sobre las naciones, pero aquí se refiere al juicio final. Este cielo será reemplazado por uno nuevo en 21:1.
5)     “Todo monte y toda isla se removió”: Finalmente, después de la catástrofe celestial, la faz de la tierra misma (recordemos que estamos bajo los efectos del gran terremoto escatológico) es cambiada de su forma habitual. Los montes parecían invulnerables, a prueba de toda destrucción. Por eso, esta imagen nos lleva al mismo evento: el fin del mundo (Stam). Estamos ante la destrucción de la tierra en su forma actual… la conmoción de cielo y tierra que abre espacio a la nueva creación (Ibid.).

Aplicaciones: 1) Lo que tenemos en estos versículos es precisamente lo que comúnmente se llama “el fin del mundo”. Juan lo describe como un cataclismo cósmico que abraca cielo y tierra, todo el universo tal como lo conocemos será juzgado en ese gran día. Si esto será así, ¿cuán poco apego deberíamos tener los que esperamos al Señor por las cosas de este mundo? ¿Qué hacemos los creyentes amando las cosas de este mundo que serán juzgadas y destruidas? ¿No deberíamos acaso estar más dominados por las realidades eternas, aquellas cosas que determinan nuestra relación con Dios? 2) Si todo el mundo conocido terminará derrumbándose ¿Dónde deberíamos nosotros tener puesta nuestra esperanza y seguridad? No hay seguridad real en nada de lo que puedan ver nuestros ojos, ningún terreno firme sobre el cual afianzarse, ¡¡sólo en Dios!!, el resto de la creación se derrumbará.

Estos últimos versículos nos describen lo que pasará al universo, a la creación, delante de la llegada del gran día del juicio final. Pero, ¿qué pasará a las personas, al mundo hostil a Cristo y al evangelio? Veamos en tercer y último lugar que…

III. La humanidad rebelde no podrá escapar de la ira de Dios (vrs. 15-17)

               Debemos ver el contenido de estos versículos como la continuación de la respuesta de Dios a la petición de los creyentes que han sido martirizados por el mundo rebelde. Esta es la manifestación de la justicia de Dios sobre el mundo pecador.

         A.     Toda la humanidad rebelde se esconde ante los acontecimientos que presagian la llegada del fin    (vr.15).
1)      Los siete grupos que se mencionan abarcan a todas las clases sociales, a todo tipo de personas, desde los más elevados hasta los más bajos. Es probable que al mencionarse a siete grupos se esté indicando lo completo (Ladd, Stam, Keener, CCCNT). ¡Ninguno que haya rechazado a Jesús, sea rico o pobre (por mencionar dos categorías abarcadoras) podrá escapar de la ira de Dios!
2)     La lista es muy similar a la que aparece en 19:18, cuya carne las aves de rapiña son invitadas a comer. De manera que es probable que lo que tenemos aquí es la misma “batalla del gran día del Dios todopoderoso”, que se da en Armagedón que se menciona en 16:13-16 cuando se derrama la sexta copa. Como hemos dicho, los sellos, las trompetas y las copas en Apocalipsis, probablemente representan los mismos acontecimientos en el plan de Dios, pero tenemos avances, es decir nuevos elementos en cada categoría (esta batalla también está en conexión con Ezequiel 38:2-6: la destrucción de Gog y Magog) (sigo a Osborne aquí).
3)     La lista representa a todos los poderosos de la época, junto con sus seguidores (todos los demás, siervos y libres). Aquí se conjuga la trilogía del poder mundano: el político, el económico y el militar (Stam). La lista es un estereotipo para referirse a los enemigos de Dios (Aune). Pero también incluye a los que no están en esas categorías, incluso a los del estrato más bajo de la sociedad de aquellos días, los esclavos. No es como decía la Teología de la Liberación, que los ricos son los malos y los pobre son los hijos de Dios. Delante de Dios no nos divide el estatus social y económico, sino nuestra respuesta a su Hijo. Sea pobre o sea rico, el que rechaza a Cristo enfrentará la ira de Dios.
4)     “se escondieron…”: En el AT, la mayor razón para huir de la presencia de Dios es para evitar el juicio (Aune). Sin embargo, ni los representantes del máximo poder terrenal escapan a la terrorífica llegada del día del gran juicio de Dios. Los que han vivido en la máxima expresión de la seguridad, ahora huyen. La ironía en esta lista de gente que se esconde se puede captar si imaginamos a los presidentes de USA y de Rusia, con sus altos oficiales militares y a los magnates como Bill Gates, Carlos Slim y Aristoteles Onasis, “corriendo desesperados para esconderse juntos en alguna cueva o acurrucados temblando de miedo entre las grietas de la caverna… A pesar de su gran poder y prestigio, ahora son presas del pánico” (Stam). ¿Pero de qué o quién huyen estos?
         B.     La humanidad rebelde desea ser escondida de Dios y de la ira del Cordero (vrs. 16-17)
1)     “caed sobre nosotros y escondednos”: la exclamación de estas personas obedece al abrumador terror que sienten cuando entienden que el juicio divino sobre ellos es inminente (Aune, Osborne). Toda la magnitud de los presagios que están experimentando, sea lo que fuere y de la forma que sean, les indica que la ira de Dios ha llegado y el terror es inevitable. “Decían a los montes y las peñas”: irónicamente, ellos piden a los montes que los oculten, cuando esos mismos están en el proceso de desaparecer, como se ha dicho en el versículo 14 (Osborne). Pero ellos ven preferible que las montañas los aplasten que enfrentar la ira de Dios (Kistemaker). ¡No habrá donde ocultarse de Dios! Parece que el ser humano sólo tendrá dos opciones, estar bajos el altar con los mártires o bajo las rocas tratando inútilmente de escapar de la ira de Dios (Stam).
2)     “del rostro del que está sentado en el trono”: en Apocalipsis este se trata de Dios. Ya sabemos desde el capítulo 4 que Dios está sentado en su trono de gloria y majestad, gobernando sobre su creación. Pero ahora el trono se convierte en una silla de juicio (bema). Así que la imagen se refiere a la escena del juicio fianl, que se detallará en 20:11-14. ¡Pero las cuentas no se tienen que dar sólo ante el que está sentado en el trono, sino también delante del Cordero!
3)     “y de la ira del Cordero”: a muchos les causa extrañeza el tema de la ira del Cordero, ven una contradicción con el tema del amor divino y la muerte sacrificial del Cordero, pero esto se debe a que no se ha considerado la terrible naturaleza del pecado (Osborne). En el AT la ira de Dios no tenía sentido esencialmente emocional o psicológico, sino ético y legal. No era el “colerón” airado de un Dios tirano, sino la respuesta justa a la violación de su ley y del pacto (Stam). No es un afán personal de venganza, ni tampoco un proceso impersonal de retribución que va desarrollándose en el transcurso de la historia, sino la respuesta de la santidad de Dios a la maldad persistente e impenitente (F. F. Bruce, citado por Mounce). No debemos pasar por alto que esta ira es la “ira del Cordero”. Sabemos que es el cordero que fue inmolado para redimir al hombre de su pecado. Él ha recibido el peso de la ira de Dios por el pecado en su mismo ser. Pero el mundo rebelde le ha rechazado como Cordero manso, humilde y Salvador, ahora tiene que enfrentarlo como Cordero que hace justa retribución al pecador que le rechazó.
4)     “el gran día de su ira ha llegado”: Los profetas habían hablado del “Día del Señor” como un día de juicio sobre las naciones enemigas del pueblo de Dios (Joel 2:11-31; Mal. 4:1-5; Sof. 1:14-16) . También en el NT se allude al Día del Señor (1 Co. 1:8, 5:5; Fil. 1:6-10) Pero aquí se recapitula ese concepto para referirse al gran día de la ira de Dios, sobre todo el mundo en rebledía contra él. Estamos finalmente ante el cumplimiento de todas las profecías tocantes al “Día de Yavé” (Osborne). La pregunta de estas personas, “¿quien podrá sostenerse en pie?” Es la misma que hizo Nahúm cuando anunció la destrucción de Asiria (Nah. 2:11-13). La respuesta  es totalmente obvia: ¡Nadie podrá escapar!

Aplicación: 1) El ser humano, desde Adan y Eva han tratado de esconderse de Dios. Tratamos de ocultarnos de su rostro. Tratamos de ignorarlo convenciéndonos a nosotros mismos de que no está ahí. Pero al final todo rebelde a Dios, todo el que ha rechazado su plan de salvación por el pecado entenderá que fracasó totalmente. Ante la llegada del juicio entenderá que se enfrenta sin escapatoria a la ira de Dios y del Cordero. Ese Cordero que ofreció su vida para librarlo de su rebeldía y pecado ahora viene con juicio que no se puede evitar. ¿Cómo recibirás tú la llegada del Juicio? ¿Estás entre estos que huyen del rostro Cristo, o estarás entre los que habiendo creído en él y seguramente padecido por su causa le recibirán de cara y con gozo triunfal? 2) Si la historia humana terminará así, si Jesús, el Cordero sacrificado hace 2000 años finalmente juzgará a la raza humana que le rechazo, que le menospreció y no confió en él arrepintiéndose de una vida independiente de su Creador, ¿por qué no arreglar las cuentas ahora que él ofrece perdón y salvación? ¿Por qué no humillarte a él y reconocerlo como Señor de tu vida y disfrutar desde ya la paz con Dios que él ofrece al reconocer nuestro extravío y confiar en su obra en la cruz del Calvario? ¿Alguien esta mañana necesita humillarse a Jesús y reconocerle como su Salvador  y Señor?

I/C: El creyente mantendrá su testimonio hasta la muerte, pero Dios le vindicará trayendo a juicio a la humanidad rebelde que le maltrató.

Conclusión
El quinto y sexto sello nos han traído a una realidad histórica y cotidiana para el pueblo de Dios: el tránsito a través de un mundo hostil a Dios que se opondrá a sus propósitos. El creyente tendrá que convivir con ese mundo dando testimonio valiente del evangelio. Las consecuencias de ese enfrentamiento podrán incluso llevarles al extremo de perder la vida por ese testimonio. Muchos tendrán que dar sus vidas. Sin embargo, Dios traerá su justo juicio sobre el mundo hostil y rebelde a su Plan de salvación por medio de su Hijo, el Cordero inmolado. Su ira de justica se hará evidente con grandes eventos que pueden ser fenómenos cataclísmicos o quizá grandes cambios socio-políticos. No estamos seguros. Pero cuando suceda, el mundo entenderá que la ira de Dios ha venido y que no tienen manera de escapar. Sabrán que el mensaje del evangelio, que han rechazado, ciertamente se cumple sin remedio ni retroceso. Sabrán que merecen la retribución por su rechazo a Dios, al Cordero y al testimonio que su pueblo ha dado por siglos. Sabrán que el fin ha llegado.


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