Martirio y vindicación. Ap. 6:9-17 (5o y 6o sellos).
Introducción
¿Hasta qué punto los
cristianos de hoy día estaremos (especialmente en este lado del mundo)
dispuestos a sufrir por el evangelio? El músico John Fisher comentando la
encuesta de Gallup sobre el número de cristianos nacidos de nuevo a nivel
global dijo lo siguiente:
Apunta con un arma a cada una
de las sesenta millones de personas que, según la encuesta del Sr. Gallup, son
cristianos nacidos de nuevo. Diles que renuncien a Cristo o les vuelas la
cabeza, y después cuenta otra vez. Creo que Gallup, como Gedeón, verá que sus
tropas disminuyen. De hecho, hoy probablemente no hace falta que el precio sea
tan extremo. La amenaza de confiscarles sus aparatos de televisión podría
producir los mismos resultados. Cuando la fe es barata, se claudica fácilmente
(Keener, CBCA NVI).
Sin duda hay cada vez menos disposición en nosotros
los creyentes para padecer por el testimonio del evangelio. Más bien se nos ha
vendido la idea que llegar al evangelio significa acabar con cualquier tipo de
padecimiento o dolor (¡y la hemos comprado!). Sinceramente creo que este
espíritu anti-sufrimiento se ve reflejado en el hecho de que los cristianos
actuales cada vez estamos compartiendo menos nuestra fe. Hemos aprendido que
compartir la fe, en estos últimos tiempos no es bien visto. La fe, se nos ha
convencido, es un asunto personal, para uno sólo, no para compartir con nadie. Si
la compartimos, nos arriesgamos demasiado a ser confrontados, desafiado,
criticados, tenidos por intolerantes y hasta ridiculizados por el mundo de hoy.
Entonces, el camino más conveniente que nos resulta es callar el evangelio y
seguir tranquilos, vivir sin molestar a nadie, sin ofender al mundo. Pero este
camino, parece total y absolutamente distinto al que se presenta en la Biblia
como el deber y compromiso de la iglesia autentica. Por lo tanto es urgente que cambiemos de
actitud y volvamos a la Biblia y obedezcamos a Dios. Les invito a abrir la
Biblia en Apocalipsis capítulo 6, versículos 9 a 17, y redescubramos que la
apertura del quinto y sexto sello nos muestran que para Dios, sus hijos son
llamados a una vocación de sufrimiento, y no solo eso, en realidad son
llamados a una vocación al mismo
martirio.
… Veamos en primer lugar que…
I. El cristiano autentico mantiene su testimonio aún a
costa de su propia vida (vrs. 9-11)
A.
La
apertura del 5º sello muestra a Juan a los creyentes mártires que claman a Dios
por justicia (vrs. 9-11)
1)
“Cuando abrió el quinto sello”. El
quinto sello da inicio a un nuevo tema. Ya no tenemos mas jinetes de juicio, tampoco
seres vivientes invitándolos a salir. Ahora se nos presenta un nuevo o unos
nuevos personajes: los creyentes, pero no creyentes vivos, sino creyentes que
han muerto.
2)
“vi bajo el altar”: la imagen de
un altar viene del templo israelita, donde hubo dos altares, el del holocausto en
el atrio e los sacerdotes, donde ofrecían las víctimas de los sacrificios cuya
sangre se derramaba al pie del altar y ya dentro del templo estaba el altar del
incienso (Lev. 4:7). Por lo que sigue, parece que aquí es un altar donde se
ofrecen victimas, el altar del holocausto.
3)
“las almas de los que habían sido
muertos”: El que las almas de los mártires estuvieran debajo del altar es una
forma de decir que, desde el punto de vista de Dios, las muertes prematuras de
estos creyentes en la tierra representan un sacrificio presentado en el altar
del cielo” (Munce). La idea es que han sido sacrificados sobre el altar y su
sangre ha sido derramada en la base de este (Ladd, Osborne). El verbo que se
usa para “muertos” es el que se usa para los animales que se sacrificaban en el
altar, pero en este caso la referencia es una muerte violenta (BDAG). Entonces,
en la visión, el cielo se representa como un templo, lo cual era común en el AT
(Hab. 2:20). Recordemos que el escenario dentro de la visión es el salón del
trono de Dios. Quizá sea importarte observar que según esta visión “los muertos
están en el cielo” (Aune). Son las personas mismas, con conciencia, pero que
esperan la vida plena que viene con la nueva corporeidad de la resurrección (E.
Schuweitzer, CDTNT, 1336). Pero no
son cualesquiera muertos, ellos han sido matados violentamente por dos razones:
4)
“Por causa de la palabra de Dios”:
la frase probablemente significa “por causa de su obediencia a la palabra de Dios” como en 12:17 y 14:12
(Osborne). La “palabra de Dios” es el evangelio de Dios, que ellos han creído
(Ladd). “… y por el testimonio que ellos tenían” se refiere a la confesión del
evangelio que ellos habían mantenido en su vida (“tenían”, ipf. de costumbre
probablemente) (H. Strathman, CDTNT,
557-8). Es el testimonio que les ha sido transmitido por Jesús y que ellos
aceptaron, mantuvieron y por el cual ellos fueron martirizados (Ladd y Aune,
KIstemaker. Ladd también dice que en esencia todos los discípulos somos
mártires, y que Juan tiene presente a todos los que han sufrido por serlo,
incluyendo no solo a los mártires cristianos sino a todos los creyentes desde
Abel. Así también Foulkes). Aplicación: “Mantener el testimonio” implica
tanto guardar la verdad de Dios en el corazón como testificar de ella con la
boca (Kistemaker). Una observación interesante aquí es que “Juan no
sabe nada sobre un ‘arrebatamiento’ de la iglesia por el que los cristianos son
librados de la tribulación que normalmente acompaña a una vida piadosa (2 Tim.
3:12). Los tales ascienden al cielo través del sufrimiento y de la u, como fue
el caso de Jesús: no se les lleva al cielo para que escapen del sufrimiento de
la tierra” (Mounce, Osborne).
5)
“no juzgas y vengas”: los santos martirizados claman por justicia y
venganza. Esto perturba a algunos, porque no les parece muy cristiana la
petición. Sin embargo, desde el AT se ve que el pueblo de Dios espera una
vindicación de parte de Él (Sal. 79:5, 10; Zac. 1:12). No se trata de un clamor
por una venganza personal, un deseo de ver sufrir a los que les han maltratado
(Mounce). Se trata de una venganza de carácter justiciero (Stam). No se
defiende la legitimidad de un afán de venganza, sino la vindicación de los
oprimidos. Lo que esté en juego es el propio carácter de Dios: su justicia y
rectitud, por no hablar de su bondad hacia los que ama (Glasson, citado por
Mounce). Es un llamado por la justicia divina (Osborne).
6)
“los que moran en la tierra”: en Apocalípsis se usa 9 veces y siempre
se refiere a los enemigos del evangelio (Aune)
B.
Dios les
responde que deben esperar hasta que el número de mártires sea completado (vr.
11).
1)
Primero: “se les dieron vestiduras
blancas” (pasivo divino): en el primer siglo, tales vestimentas fueron
indicativo de un alto estatus (los escribas por ejemplo, Mr. 12:38). En la
literatura apocalíptica son un signo de la gloria de la recompensa celestial.
Si bien van implícitas las ideas de pureza, santidad y aún de la victoria (los
romanos), más generalmente indican la vindicación y recompensa para los fieles,
su salvación obtenida en base a la obra de Cristo y su relación de obediencia
con él (en 19:8 representan las obras justas de los santos) (sigo a Osborte en
esto).
2) Segundo: se les dice que descansen por un poco de tiempo hasta que se
completara el número de los mártires. En su soberanía, Dios tiene establecido
un número de santos que morirán por su causa. Esto era muy real para los
lectores de Juan en el primer siglo. El historiador Tácito dijo que “cubiertos
con pieles de animales salvajes, eran despedazados por perros hasta la muerte o
se les clavaba en cruces o se les condenaba a las llamas contribuyendo a la
iluminación nocturna de los jardines de Nerón (Anales, 15.44). El “hasta”,
significa que efectivamente, hay un momento establecido para la vindicación de
los creyentes, pero mientras tanto ellos deberán seguir siendo testigos aún a
costa de la vida misma.
Aplicación: 1)
Estos textos nos hablan de una realidad poco popular en la iglesia occidental
contemporánea: nos hablan del sufrimiento por Cristo. Pero es una idea ajena a
la Biblia pensar que seguir a Cristo equivale a la resolución de todos los problemas,
aflicciones y necesidades humanas. Más bien desde los propios labios del Señor
Jesús parte la idea de que seguirle a él implica negación, afrenta, oposición
de la gente aún de la propia familia. No nos dejemos llevar, por favor
hermanos, de las corrientes que dominan el cristianismo de hoy. El verdadero
discípulo seguirá a su Señor en la hostilidad de un mundo enemistado contra
Dios. 2) En segundo lugar, estos
versículos nos recuerdan que somos
gente que provoca el odio y el desprecio. Al proclamar a Jesús como Señor
absoluto del universo provocamos a los que tienen a otros “señores” o a los que
piensan que Jesús es sólo una de tantas alternativas. Los primeros cristianos
eran desafiados a renegar de Jesús y a confesar las deidades romanas o al emperador
mismo y ante la necedad de su confesión por Jesús como Señor eran llevados al
martirio. Mantener nuestro testimonio no solo significa seguir creyendo “muy
profundamente”, “muy en nuestro interior” en la verdad de Cristo, significa
confesarlo con nuestra boca ante el mundo hostil. Pero esto pude significar la
pérdida de nuestro lugar en el aprecio de la gente, de amigos, de familia.
Puede implicar la afrenta y la burla, la incomprensión del mundo. Incluso puede
implicar la pérdida de la vida misma. Pero es precisamente lo que significa ser
un testigo de Cristo. El carácter del discípulo implica que cumplimos la tarea
de testifica incluso a un alto precio. Este quinto sello nos advierte que si
vamos a cumplir esta tarea no podemos tener en gran estima nuestras vidas y
posesiones. “No se puede tener un pie en Babilonia y otro en la ciudad
celestial” (Keener). O sea, no podemos quedar bien con el mundo y con Cristo a
la vez.
…Ya
sabemos lo que debemos esperar los creyentes mientras cumplimos la tarea de ser
testigos en un mundo hostil al Señor. Entonces, ¿qué debe esperar este mundo
hostil que odia a la iglesia que testifica y al Señor que proclaman? Veremos
esto en un momento, antes, notemos que en los versículos 12-14 tenemos la
apertura del 6º sello. Este sello puede verse como la respuesta de Dios (quizá
el principio de esta respuesta, Stam) al clamor de los mártires por la justicia
reivindicativa (Mounce). El 6º sello anuncia la sobrecogedora anticipación de
la destrucción del mundo. Así que en 2º lugar se nos dice que…
II. Dios anunciará
claramente la llegada de su gran juicio sobre el universo creado (vrs. 12-14).
Al
entrar a estos versículos debemos entender dos cosas importantes:
Primero,
debemos entender que aquí se nos presenta por primera vez en el libro el gran
evento del final de los tiempos, el desenlace de la historia humana, el juicio
de la humanidad en rebeldía contra Dios. Popularmente se le ha llamado el
Juicio Final. “El sexto sello describe el final del cosmos como tal y como lo
conoce la humanidad. Lejos de ser un juicio repetible dentro de la historia,
como los de los 4 jinetes (6.1-8), representa la disolución de los cielos y el
reconocimiento final por parte del mundo, de que se encuentra bajo la ira de su
creador (6:16-17) (Keener, CCANVI). A
través del libro el autor nos irá dando más detalles de este evento, como una
espiral que se vuelve cada vez más abarcadora y completa.
Segundo,
con la mayoría de estudiosos de este libro creo que los fenómenos descritos a
continuación no debemos entenderlos de modo “absolutamente” literal. Esta forma
de comunicarse era parte del lenguaje apocalíptico de la época. Tampoco debemos
tratar de asignarle a cada elemento un significado espiritual que se debe
decodificar. Este lenguaje gráfico no describe fenómenos astronómicos
literales: estrellas que se sacuden o desaparecen son recursos poéticos que
señalan grandes devastaciones como las guerras (Keener, CCCB). Lo que sí podemos decir es que cuando llegue el día del
juicio se producirán grandes trastornos cósmicos (no podemos ni debemos tratar
de descifrar con precisión qué será lo que ocurrirá en ese día, debemos tratar
de verlos a la vez como literales y simbólicos) que para la sociedad secular y
enemiga de Dios no quedará duda de que Dios ha entrado en juicio contra ella
(Mounce, Osborne, Kistemaker). Prosigamos al texto…
A.
A la apertura del 6º sello ocurre
un gran terremoto (12ª)
1)
El “gran terremoto”: Es repetido
en la 7ª trompeta (11:13, 19) y en la séptima copa (16:18-21). Así que sin duda
muestra que estamos ante el anuncio del fin del mundo, el juicio final.
2)
Algunos han espiritualizado este
lenguaje y piensan que se habla de una convulsión socio-política en el mundo.
Sin embargo, hay todo un trasfondo en el AT que nos permite ver que lo que se
describe es la irrupción final de Dios en juicio sobre la humanidad o más bien
sobre el universo creado (Ladd). Indica que la creación de Dios está
íntimamente involucrada en el día del juicio (Kistemaker).
3)
En el AT, la figura de un
terremoto cósmico es una especie de “heraldo” de Dios que viene en juicio
contra sus enemigos (Osborne cita: Joel 2:10-11 entre otros), llegando a ser un
terremoto cósmico o universal que estremece tanto los cielos como la tierra
(Is. 24:18-23). Es parte integral de lo que se llama en el AT “el día de
Jehová” (Joel 2:1-10, p. ej.)
4)
En el discurso escatológico de
Jesús, el terremoto anuncia la 2ª venida del Señor (Mr. 13:24-27).
B.
A la apertura del 6º sello ocurren
fenómenos en los astros que inauguran el fin (12b-14)
1)
“el sol se
puso negro como cilicio” (cilicio de cerda o pelo lit. ). El cilicio era una
especie de saco (sayal) de tela de pelo negro de cabras usada en tiempos de
lamento o luto. El tema del luto nos prepara para la escena de terror mortal
que viene (Osborne).
2)
“la luna se volvió toda como
sangre”: quizá como resultao del oscurecimiento del sol. Ambas imágenes, el
oscurecimiento del sol y el enrojecimiento de la luna (que profundiza la
escena) son una señal de juicio divino (Ex. 10:22; Is. 13:9-10; Ez. 32:7-8). En
esta clase de literatura la conjunción de varias señales celestiales indica el
fin del tiempo (Keener). Este oscurecimiento de soly luna, quizá debemos
entender que indican el fin de su función de dar y reflejar la luz
(Kistemaker). Es el inicio del proceso por el cual Dios volverá la creación a
su estado primitivo (en Gen. 1:2, las tinieblas dominaban) para dar paso a una
nueva creación: ¡cielo y tierra nueva!
3)
“Las estrellas del cielo cayeron
sobre la tierra”: es obvio que no puede ser literal esta imagen, por el conocimiento
que tenemos ahora en día (Ladd). Estamos ante otra gran imagen del fin de los
tiempos. Parece, más que estrellas que caen, un desplazamiento completo de las
estrellas en el espacio.
4)
“el cielo se desvaneció como un
pergamino que se enrolla”: no sola caen las estrellas, la imagen es completada
con la desaparición total del firmamento como lo conocemos. Para los antiguos,
estas imágenes sólo podrían significar que el fin había llegado (Mounce). La
imagen procede de Is. 34:4, donde se refiere al juicio sobre las naciones, pero
aquí se refiere al juicio final. Este cielo será reemplazado por uno nuevo en
21:1.
5)
“Todo monte y toda isla se
removió”: Finalmente, después de la catástrofe celestial, la faz de la tierra misma
(recordemos que estamos bajo los efectos del gran terremoto escatológico) es
cambiada de su forma habitual. Los montes parecían invulnerables, a prueba de
toda destrucción. Por eso, esta imagen nos lleva al mismo evento: el fin del
mundo (Stam). Estamos ante la destrucción de la tierra en su forma actual… la
conmoción de cielo y tierra que abre espacio a la nueva creación (Ibid.).
Aplicaciones: 1) Lo
que tenemos en estos versículos es precisamente lo que comúnmente se llama “el
fin del mundo”. Juan lo describe como un cataclismo cósmico que abraca cielo y
tierra, todo el universo tal como lo conocemos será juzgado en ese gran día. Si
esto será así, ¿cuán poco apego deberíamos tener los que esperamos al Señor por
las cosas de este mundo? ¿Qué hacemos los creyentes amando las cosas de este mundo
que serán juzgadas y destruidas? ¿No deberíamos acaso estar más dominados por
las realidades eternas, aquellas cosas que determinan nuestra relación con
Dios? 2) Si todo el mundo conocido terminará derrumbándose ¿Dónde deberíamos
nosotros tener puesta nuestra esperanza y seguridad? No hay seguridad real en
nada de lo que puedan ver nuestros ojos, ningún terreno firme sobre el cual
afianzarse, ¡¡sólo en Dios!!, el resto de la creación se derrumbará.
Estos
últimos versículos nos describen lo que pasará al universo, a la creación,
delante de la llegada del gran día del juicio final. Pero, ¿qué pasará a las
personas, al mundo hostil a Cristo y al evangelio? Veamos en tercer y último
lugar que…
III. La humanidad rebelde
no podrá escapar de la ira de Dios (vrs. 15-17)
Debemos ver el contenido de estos
versículos como la continuación de la respuesta de Dios a la petición de los
creyentes que han sido martirizados por el mundo rebelde. Esta es la
manifestación de la justicia de Dios sobre el mundo pecador.
A.
Toda la humanidad rebelde se
esconde ante los acontecimientos que presagian la llegada del fin (vr.15).
1)
Los siete grupos que se mencionan abarcan a
todas las clases sociales, a todo tipo de personas, desde los más elevados
hasta los más bajos. Es probable que al mencionarse a siete grupos se esté
indicando lo completo (Ladd, Stam, Keener, CCCNT).
¡Ninguno que haya rechazado a Jesús, sea rico o pobre (por mencionar dos
categorías abarcadoras) podrá escapar de la ira de Dios!
2)
La lista es muy similar a la que
aparece en 19:18,
cuya carne las aves de rapiña son invitadas a comer. De manera que es probable
que lo que tenemos aquí es la misma “batalla del gran día del Dios
todopoderoso”, que se da en Armagedón que se menciona en 16:13-16 cuando se
derrama la sexta copa. Como hemos dicho, los sellos, las trompetas y las copas
en Apocalipsis, probablemente representan los mismos acontecimientos en el plan
de Dios, pero tenemos avances, es decir nuevos elementos en cada categoría
(esta batalla también está en conexión con Ezequiel 38:2-6: la destrucción de
Gog y Magog) (sigo a Osborne aquí).
3)
La lista
representa a todos los poderosos de la época, junto con sus seguidores (todos
los demás, siervos y libres). Aquí se conjuga la trilogía del poder mundano: el
político, el económico y el militar (Stam). La lista es un estereotipo para
referirse a los enemigos de Dios (Aune). Pero también incluye a los que no
están en esas categorías, incluso a los del estrato más bajo de la sociedad de
aquellos días, los esclavos. No es como decía la Teología de la Liberación, que
los ricos son los malos y los pobre son los hijos de Dios. Delante de Dios no
nos divide el estatus social y económico, sino nuestra respuesta a su Hijo. Sea
pobre o sea rico, el que rechaza a Cristo enfrentará la ira de Dios.
4)
“se
escondieron…”: En el AT, la mayor razón para huir de la presencia de Dios es
para evitar el juicio (Aune). Sin embargo, ni los representantes del máximo
poder terrenal escapan a la terrorífica llegada del día del gran juicio de
Dios. Los que han vivido en la máxima expresión de la seguridad, ahora huyen.
La ironía en esta lista de gente que se esconde se puede captar si imaginamos a
los presidentes de USA y de Rusia, con sus altos oficiales militares y a los
magnates como Bill Gates, Carlos Slim y Aristoteles Onasis, “corriendo
desesperados para esconderse juntos en alguna cueva o acurrucados temblando de
miedo entre las grietas de la caverna… A pesar de su gran poder y prestigio,
ahora son presas del pánico” (Stam). ¿Pero de qué o quién huyen estos?
B.
La humanidad rebelde desea ser
escondida de Dios y de la ira del Cordero (vrs. 16-17)
1)
“caed sobre nosotros y
escondednos”: la exclamación de estas personas obedece al abrumador terror que
sienten cuando entienden que el juicio divino sobre ellos es inminente (Aune,
Osborne). Toda la magnitud de los presagios que están experimentando, sea lo
que fuere y de la forma que sean, les indica que la ira de Dios ha llegado y el
terror es inevitable. “Decían a los montes y las peñas”: irónicamente, ellos
piden a los montes que los oculten, cuando esos mismos están en el proceso de
desaparecer, como se ha dicho en el versículo 14 (Osborne). Pero ellos ven
preferible que las montañas los aplasten que enfrentar la ira de Dios
(Kistemaker). ¡No habrá donde ocultarse de Dios! Parece que el ser humano sólo
tendrá dos opciones, estar bajos el altar con los mártires o bajo las rocas
tratando inútilmente de escapar de la ira de Dios (Stam).
2)
“del rostro del que está sentado
en el trono”: en Apocalipsis este se trata de Dios. Ya sabemos desde el
capítulo 4 que Dios está sentado en su trono de gloria y majestad, gobernando
sobre su creación. Pero ahora el trono se convierte en una silla de juicio
(bema). Así que la imagen se refiere a la escena del juicio fianl, que se
detallará en 20:11-14. ¡Pero las cuentas no se tienen que dar sólo ante el que
está sentado en el trono, sino también delante del Cordero!
3)
“y de la ira del Cordero”: a
muchos les causa extrañeza el tema de la ira del Cordero, ven una contradicción
con el tema del amor divino y la muerte sacrificial del Cordero, pero esto se
debe a que no se ha considerado la terrible naturaleza del pecado (Osborne). En
el AT la ira de Dios no tenía sentido esencialmente emocional o psicológico,
sino ético y legal. No era el “colerón” airado de un Dios tirano, sino la
respuesta justa a la violación de su ley y del pacto (Stam). No es un afán
personal de venganza, ni tampoco un proceso impersonal de retribución que va
desarrollándose en el transcurso de la historia, sino la respuesta de la
santidad de Dios a la maldad persistente e impenitente (F. F. Bruce, citado por
Mounce). No debemos pasar por alto que esta ira es la “ira del Cordero”.
Sabemos que es el cordero que fue inmolado para redimir al hombre de su pecado.
Él ha recibido el peso de la ira de Dios por el pecado en su mismo ser. Pero el
mundo rebelde le ha rechazado como Cordero manso, humilde y Salvador, ahora
tiene que enfrentarlo como Cordero que hace justa retribución al pecador que le
rechazó.
4)
“el gran día de su ira ha
llegado”: Los profetas habían
hablado del “Día del Señor” como un día de juicio sobre las naciones enemigas
del pueblo de Dios (Joel 2:11-31; Mal. 4:1-5; Sof. 1:14-16) . También en el NT
se allude al Día del Señor (1 Co. 1:8, 5:5; Fil. 1:6-10) Pero aquí se
recapitula ese concepto para referirse al gran día de la ira de Dios, sobre
todo el mundo en rebledía contra él. Estamos finalmente ante el cumplimiento de
todas las profecías tocantes al “Día de Yavé” (Osborne). La pregunta de estas
personas, “¿quien podrá sostenerse en pie?” Es la misma que hizo Nahúm cuando
anunció la destrucción de Asiria (Nah. 2:11-13). La respuesta es totalmente obvia: ¡Nadie podrá escapar!
Aplicación: 1) El
ser humano, desde Adan y Eva han tratado de esconderse de Dios. Tratamos de
ocultarnos de su rostro. Tratamos de ignorarlo convenciéndonos a nosotros
mismos de que no está ahí. Pero al final todo rebelde a Dios, todo el que ha
rechazado su plan de salvación por el pecado entenderá que fracasó totalmente.
Ante la llegada del juicio entenderá que se enfrenta sin escapatoria a la ira
de Dios y del Cordero. Ese Cordero que ofreció su vida para librarlo de su
rebeldía y pecado ahora viene con juicio que no se puede evitar. ¿Cómo
recibirás tú la llegada del Juicio? ¿Estás entre estos que huyen del rostro
Cristo, o estarás entre los que habiendo creído en él y seguramente padecido
por su causa le recibirán de cara y con gozo triunfal? 2) Si la historia humana
terminará así, si Jesús, el Cordero sacrificado hace 2000 años finalmente
juzgará a la raza humana que le rechazo, que le menospreció y no confió en él
arrepintiéndose de una vida independiente de su Creador, ¿por qué no arreglar
las cuentas ahora que él ofrece perdón y salvación? ¿Por qué no humillarte a él
y reconocerlo como Señor de tu vida y disfrutar desde ya la paz con Dios que él
ofrece al reconocer nuestro extravío y confiar en su obra en la cruz del
Calvario? ¿Alguien esta mañana necesita humillarse a Jesús y reconocerle como
su Salvador y Señor?
I/C: El creyente
mantendrá su testimonio hasta la muerte, pero Dios le vindicará trayendo a
juicio a la humanidad rebelde que le maltrató.
Conclusión
El
quinto y sexto sello nos han traído a una realidad histórica y cotidiana para
el pueblo de Dios: el tránsito a través de un mundo hostil a Dios que se
opondrá a sus propósitos. El creyente tendrá que convivir con ese mundo dando
testimonio valiente del evangelio. Las consecuencias de ese enfrentamiento podrán
incluso llevarles al extremo de perder la vida por ese testimonio. Muchos
tendrán que dar sus vidas. Sin embargo, Dios traerá su justo juicio sobre el
mundo hostil y rebelde a su Plan de salvación por medio de su Hijo, el Cordero
inmolado. Su ira de justica se hará evidente con grandes eventos que pueden ser
fenómenos cataclísmicos o quizá grandes cambios socio-políticos. No estamos
seguros. Pero cuando suceda, el mundo entenderá que la ira de Dios ha venido y
que no tienen manera de escapar. Sabrán que el mensaje del evangelio, que han
rechazado, ciertamente se cumple sin remedio ni retroceso. Sabrán que merecen
la retribución por su rechazo a Dios, al Cordero y al testimonio que su pueblo
ha dado por siglos. Sabrán que el fin ha llegado.
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