Cristo: soberano Dios y Señor de la iglesia (Apocalipsis1: 9-20)



Introducción:
                En la historia de la humanidad se encuentran abundantes indicios de la idea de la deidad. Lo más común es encontrar muy generalizada la idea de multiplicidad de dioses, los famosos panteones de las diferentes culturas antiguas, tanto en este lado del mundo con nuestros antepasados americanos como al otro lado, en las religiones de la vieja Europa o las religiones del medio oriente, y ya no digamos las religiones del antiguo y lejano oriente. Todas, sin excepción, tuvieron la idea de muchos dioses que se relacionan en maneras místicas con los seres humanos. La muy marcada excepción se da  con el cristianismo y su base de trasfondo, el  judaísmo.  Es que el Dios de los cristianos como de sus antepasados históricos los judíos siempre fue “Uno”. Además, otra diferencia central es que este Dios a mucha diferencia de las demás religiones,  apareció encarnado como un ser humano histórico, en base a cuyas enseñanzas y hechos nace por el testimonio de sus primeros seguidores y testigos.  
                Los cristianos, a diferencia de los seguidores de cualquier otra fe tenemos la confianza de que fueron hechos históricos comprobados los que originaron nuestra fe. No se basa en alguna suerte de sueño o trance o alguna revelación secreta recibida por unos especiales elegidos. Se trata de los hechos increíbles y las enseñanzas de una persona en concreto, que vivió en el siglo primero en un país concreto, que murió bajo una autoridad civil, pero cuyos seguidores dieron prontamente el increíble, sorprendente e inesperado testimonio de haber resucitado de los muertos en un estado divino totalmente distinto al de su humana existencia.
                Pero, ¿cómo es que sólo unas pocas  decenas de discípulos, en su mayoría pobres y originarios de la provincia más pobre de un olvidado paisito sometido bajo el poderoso imperio romano podría sobrevivir ante un cada vez más hostil amenaza como la del imperio? Y, cómo es que 21 siglos después, cuando el conocimiento humano y las ciencias han avanzado tanto y cuando las sociedades han producido filosofías y maneras de entender la realidad totalmente ajenas a la fe de Jesucristo, seguimos surgiendo millones de personas de todas las razas, estratos sociales, niveles académicos que confesamos, amamos, servimos y damos nuestra vida por el nombre de aquel que es el centro de esta fe? Es probable que la respuesta para este tan extraño hecho de persistencia la encontremos en los versículos que pretendo meditar con ustedes este día. Vamos a los versículos 9 a 20 del primer capítulo de Apocalipsis y descubramos en 1er lugar que…

I.      La iglesia ha recibido directamente de Dios la revelación de su soberano plan (vrs. 9-11)

A.   Juan se presenta y describe las circunstancias en que recibió sus revelaciones (vr. 9)
1)    Juan se presenta a sus receptores (9ª):
a)    Es “su hermano”: era una expresión común entre los creyentes que reflejaba su estrecha relación. El autor también exhibe gran humildad: ¡ningún título!
b)   Es “compañero” de ellos en tres cosas: (RV60: “copartícipe”: sugkoinwno.j).
                                   i.     En “la tribulación”: alude a las dificultades y aflicciones  de la vida cotidiana que son fruto de la fidelidad a los principios cristianos (Mounce. cp. Jn. 16:33; Hch. 14:22; 2 Tim. 3:12). Juan da a entender que tanto él como sus hermanos receptores enfrentaban actualmente aflicciones.  Por eso es debatible la idea de que la iglesia no pasa por la tribulación. Para muchos estudiosos “la tribulación es la parte del pueblo de Dios en esta era” (Ladd). Es probable que la “gran tribulación” de la que se hablará más adelante, sea solamente la intensificación de lo que la iglesia ha ido padeciendo a lo largo de toda la historia (Mounce y Ladd) Pero no solo comparte con sus hermanos la tribulación…
                                 ii.     En “el reino”: El reino es ya presente, pero a la vez no consumado. Los creyentes participamos en la forma presente del reino porque reconocemos en Jesús nuestro rey soberano. Pero a la vez esperamos la consumación del reino.  Juan nos ha dicho unos versos atrás que él es “el soberano de los reyes de la tierra”.
                                iii.     En “la perseverancia”:  u`pomonh/| es lo que todo creyente necesita en este tiempo de prueba y tribulación. Participar en el reino de Dios implica estar en confrontación con el reino del enemigo de Dios por lo que el verdadero discípulo persevera al lado de sus compañeros hermanos (cp. Mt. 24:13: “…el que persevere hasta el fin…” u`pomei,naj). La traducción “paciencia” de la RV60 no refleja lo que require el contexto. Se trata de “quedarse”, “mantenerse firme”, “resistir” (Stam).
                               iv.     “de Jesús” (RV60) es más bien “en Jesús”: es decir, que esta perseverancia en las tribulaciones y las tribulaciones mismas se deben a nuestra union con Jesús.
2)    Él se encontraba en la isla Patmos a causa de su fe (vr. 9b)
a)    “Patmos” (ver mapa): era una pequeña isla en el mar Egeo cerca de Asia Menor, a unos 70 u 80  kilómetros de Éfeso. Probablemente los romanos la usaban como un centro penitenciario y allí había sido deportado el apóstol Juan.
b)   “Por causa de la palabra y del testimonio de Jesucristo”: es decir Juan estaba deportado allí cumpliendo una condena por predicar a Jesús y dar testimonio de él (Keener). Al parecer las autoridades de Asia habían interpretado su predicación como una forma de sedición y con esto querían impedir el crecimiento de la iglesia (Mounce).

Aplicación: Todos nosotros mis amados debemos entender que cuando damos testimonio de Jesús, al igual que Juan, vamos a tener problemas. Quizá nos exilien de en nuestro departamento de trabajo, quizá nuestra familia nos destierre, quizá no te quieran en un grupo en la U o el colegio. Este es el precio por identificarnos con Jesús. Quizá por eso muchos cristianos prefieren ser cristianos “incognitos”. Pero ¿será un verdadero cristiano el que no asume el desafío de hablar de su Señor? ¡Qué privilegio no será ser considerado compañero del apóstol Juan en las tribulaciones! ¿Lo estamos siendo nosotros? O…

B.    Juan recibe la revelación por medio de una visión (vrs. 10-11): es la forma cómo Juan describe su condición espiritual al momento de recibir la revelación.
1)    Estaba “en el Espíritu”: la expresión se refiere a un estado de profunda meditación que incluye  probablemente la adoración, todo guiado o dirigido por el Espíritu de Dios (Keener). Un estado de exaltación espiritual (Mounce). Un elevado estado mental, una forma de éxtasis o trance donde uno se eleva más allá de uno mismo.  En otras palabras Juan se encontraba en un momento de elevada y profunda intimidad con Dios. A veces en nuestras tradiciones eclesiásticas hemos olvidado que el cristianismo primitivo se caracterizaba por una adoración proféticamente inspirada (1 Cor 14:15, 26; Ef. 5:18-18) que ya existía en Israel de la antigüedad (1 Sam. 10:5; 1 Cr. 25:1-5). Se pueden recordar también las experiencias similares de Pedro en Jope (Hch. 10:10, 11:5) o de Pablo (Hch. 22:17; 2 Cor. 12:2-4). Es interesante que las ciencias sociológicas actuales han encontrado que este tipo de experiencias, por más vilipendiadas o negadas (considerándolas ya sea patológicas o infantiles) que se sean en el mundo occidental, tienen una fuerte base histórica y documental. Ellos le llaman “estados alternos de conciencia”. Son descritos como “experiencias que ocurren en estados psíquicos  no ordinarios, en los cuales, individuos debidamente dotados interactúan con personajes invisibles, celestiales y terrestres para beneficio de sus compañeros” y generalmente implica permanecer fuera de uno mismo, como en éxtasis (B. Malina, introducción y escenario de lectura).
2)    “En el día del Señor”: lo más probable se refiere al 1er día de la semana, que la iglesia adoptó como el día cristiano de adoración para conmemorar la resurrección de Cristo. También puede haber un juego de palabras para indicar que la experiencia fue un tipo de anticipo al esperado “día del Señor”, el establecimiento del reino (Keener).
3)    Dios le habla directamente y le comisiona escribir la revelación para las iglesias (10b-11)
a)    Juan escucha una voz como de trompeta detrás de él: el sonido de la trompeta relacionado a la voz de Dios se ve también en Éxodo19:12-19 y en Hebreos 12:19).
b)   La expresión de la RV60 “yo soy el alfa y la omega, el primero y el último” no se encuentra en el texto griego (Cp. RVA, NVI, BLA).
c)    Debe escribir en un libro la visión: gr.  bibli,on que debemos entenderlo como un “rollo” de papiro.
d)   Luego debe enviarlo a las 7 iglesias de Asia: en el vr. 4 nos ha dicho que la revelación está dirigida a estas siete iglesias. Ahora menciona por nombre estas iglesias (ver imagen). Nosotros hemos dicho que habían otras iglesias en la región, por lo que estas son representativas de la iglesia en total.

Aplicación: 1) ¿Cuánto nosotros hemos menospreciado a hermanos de otras tradiciones por sus experiencias espirituales que nosotros mismos hemos ridiculizado cuando probablemente se trata de verdaderas experiencias profundas de adoración a Dios? Seguramente nosotros no hemos logrado experimentar este tipo de momentos con Dios por la misma influencia del pensamiento occidental que nos domina. Quizá por la tradición de nuestras iglesias. Al menos deberíamos intentar aprender a adorar a Dios y orar en una forma más intensa y profunda. 2) Quien iba a decir que en una isla, cumpliendo una condena, un creyente tendría una experiencia de gran intimidad y revelación de Dios. En la peor circunstancia, los creyentes podemos tener un “día del Señor”, un domingo glorioso en profunda comunicación con Dios. 3) Pero como Juan, debemos estar “en el Espíritu”. Experimentar mayores profundidades en nuestra vida devocional no depende de medios manipulativos o esotéricos o de fórmulas mágicas (como muchos pretendían en el tiempo de Juan) o incluso de sustancias alucinógenas que lo lleven a uno al éxtasis. Juan no buscó esta experiencia artificialmente, sí estaba preparado  espiritualmente como testigo fiel de Cristo cuando este vino a él ¡Cuánto ánimo significó para Juan esta experiencia y cuanto ánimo puede traer a nosotros cuando podemos escuchar a Dios en un día del Señor! Pero, ¿estamos preparados  con una vida de profunda oración y adoración?

                Pero veamos que Dios nos sólo anima a Juan y a la iglesia revelándole su soberano plan (que por el momento no lo hemos develado en nuestro estudio). También lo hace en una segunda manera. Veamos en 2º lugar que debemos animarnos al saber que..

II.    Jesucristo es el divino soberano que habita y sostiene a su iglesia (vrs. 12-16)

A.   Juan ve siete candeleros y al Hijo del hombre en medio de ellos (vrs. 12-13)
1)    “Siete candeleros”: en el lugar santo del templo judío había un candelero de siete brazos (Ex. 25:36). En la visión de Zacarías 4:2, un candelero de siete brazos quizá represente a Israel (Ladd) o al Espíritu de Dios. Se sabe que por todo el mundo mediterráneo el candelero de 7 brazos era el símbolo más común de Israel y el judaísmo.  No sabemos el trasfondo de la figura, pero es claro de acuerdo al versículo 20 que los 7 candeleros representan a las 7 iglesias de Asia, pero en un sentido más abarcador representan a la totalidad de la iglesia, la iglesia universal (Stam). De manera que según la visión cada iglesia local (ya no el judaísmo o Israel) es portadora de la luz de la presencia de Dios en una sociedad en tinieblas (Mounce). Jesús dijo que somos  “la luz del mundo” (Mt. 5:14-16).
2)    “uno semejante al Hijo del Hombre”: la figura sin duda se remonta a la visión de Daniel 7:13-14, donde se presenta ante al Anciano de Días un personaje que viene con las nubes, al cual se le da dominio eterno sobre las naciones. No hay que olvidar que fue el título que Jesús prefirió para referirse a sí mismo, de acuerdo a los evangelios. Aquí, este personaje se identificará claramente con aquel “que estuvo muerto, pero que vive por los siglos” (vr. 18). ¡Se trata del Cristo exaltado! Es probable que el personaje que Juan ve es una figura que ya había contemplado en el monte de la transfiguración, cuando Jesús toma una apariencia gloriosa. El lenguaje de la imagen es claro: ¡el Cristo exaltado habita en su iglesia, entre las iglesias locales! ¡Qué ánimo es saberlo!
3)    El vestido del personaje hace alusión a la vestimenta sumosacerdotal (“poderes” en LXX siempre se refiere a ello) y el cinto ceñido a la altura del pecho denota la dignidad de un oficio (Mounce). Él es nuestro gran Sumo Sacerdote, ningún hombre (Heb. 4:14-16). Así que Apocalipsis no presenta a Jesús con un triple oficio: como profeta (vr. 1), como rey (vr. 5) y como Sumo sacerdote aquí.
B.    El Hijo del Hombre es descrito en grande,  divina y soberana majestad como protector de su iglesia (vrs. 14-16): en esta descripción se ven rasgos combinados del Hijo del Hombre y del mismo Anciano de días de Daniel 7, pero atribuidos al Cristo exaltado. Es una visión impactante del Cristo. Como alguien ha dicho: “no podría habérsele dado a Juan una visión más conmovedora y fortalecedora  del crucificado” (Stam). También es probable que lo visto por Juan evocaba rasgos del culto al emperador y otros cultos (el mitrianismo), quizá para demostrar la superioridad de Cristo sobre todo rival imaginable (Satam).
1)    “Su cabeza y cabellos blancos…”: es como se describe al Anciano de Días en Dn. 7:9. Las canas simbolizan la sabiduría y la dignidad de la madurez. ¡Nadie más anciano que Dios! (Notemos que las características de Dios en el AT, son transferidas a Cristo en Ap. Demostrando su deidad. Ladd).  La imagen evoca simbólicamente las blancas canas del “Anciano de Días” (Dn. 7:9), recordándonos que Jesús es Dios encarnado (Keener).
2)    “Sus ojos como llama de fuego”: Parece que habla de su omnisciencia, su penetrante discernimiento (Ladd, Mounce), quizá combinado con la idea de la ira santa sobre sus enemigos (19:12).
3)    “Sus pies… broce bruñido”: quizá la imagen sirva para agregar magnificencia y fuerza a la visión de Cristo  simbolizando fuerza y estabilidad (Mounce). En contraste a los reinos de este mundo (la estatua de Nabucodonosor con sus pies de barro y hierro que fue tumbada), el reino de Dios es estable, firme, ¡invencible!
4)    “Su voz como estruendo de muchas aguas”: Evoca especialmente el sonido de la voz de Dios en Ezequiel 1:24, 43:2. La voz del Cristo es la voz de Dios.
5)    “Tenía 7 estrellas en su mano derecha” (16ª): en el versículo 20 se nos explica que las siete estrellas son los 7 ángeles de la iglesia. Esta figura ha causado mucho debate. Algunos piensan que se refiere a los pastores o encargados de las iglesias. Otros piensan que es una manera de referirse a las iglesias mismas una dimensión celestial. Aún otros piensan que son ángeles custodios de las iglesias (Keener) o una manera de personificar al espíritu característico de la iglesia, es decir la iglesia misma (Mounce).  Como sea, lo innegable es que la figura  indica el control soberano que el Cristo exaltado tiene sobre su iglesia, así como indicaría su intimo cuidado y protección sobre su pueblo (Jn. 10:28: “nadie puede arrebatarlas de mi mano”, Mounce, Keener).
6)    “De su boca… una espada de dos filos”: habla del poder ineludible de la palabra del Cristo y su juicio contra sus enemigos: el habla y es hecho (Ladd). El cap. 19: 15 y 21 presenta a Cristo en su venida con una espada aguda saliendo de su boca. La figura presagia una calamidad sobre el mundo (Malina).
7)    “Su rostro como el sol”: es una expresión final que describe la gloria del Cristo exaltado (Ladd). Cuando Jesús se transfiguró ante Pedro, Juan y Jacobo, el rostro del Señor también brillaba como el sol (Mt. 17:2)
               
                Aplicación: 1) Sin duda la visión del Cristo glorificado y tiene el propósito de impactarnos, presentando al Jesús resucitado como la  figura más grande concebible. ¿Qué esperaría Dios de su pueblo al revelarse en tan magnificente y gloriosa manera?  ¿A caso no esperaría Dios que todas estas imágenes del Cristo glorioso produjera un abrumador sentido de adoración a su Cristo? Apocalísis nos ayuda a poner esa gran capacidad imaginativa que los humanos poseemos para darnos cuenta de lo sublime, glorioso y grande de nuestro Señor, de tal manera que como lo veremos, no tengamos otra opción que caer rendidos a sus pies. Como alguien ha expresado “con sus imágenes Juan pretende provocar en sus lectores la misma respuesta de asombro abrumador y aniquilador que él experimentó” (Mounce) ¿Cómo es tu adoración a Cristo, es coherente con la imagen que apocalipsis nos presenta? 2) Qué consuelo saber que el Cristo glorioso no solo camina entre nosotros, sino que estamos en sus mismas manos.

Pero hay todavía una razón más de ánimo a su iglesia, terminemos viendo en 3er lugar que…

III.      El Cristo exaltado nos anima declarándonos su total y absoluta autoridad (vrs. 17-20)

A.   Juan cae como muerto a los pies de Cristo (17ª): Fue la respuesta tanto de Isaías (6:5), de Ezequiel (1:28), de Daniel (10:8), como de Pedro,el mismo Juan y Jacobo su hermano en el monte de la transfiguración (Mt. 17:6). Sin duda Juan entiende que no está simplemente ante un ser celestial, él entiende que está ante la deidad misa. Como buen judío sabe que no puede ver a su Dios y vivir (Ex. 33:20; Jue. 13:22). Ante una visión de Dios, un judío piadoso entendía que ¡permanecer de pie como un igual ante él sería una blasfemia! (Mounce). Juan nos muestra lo abrumadora que fue su experiencia, ¡pero también nos provoca a tener la misma actitud cuando estamos ante el Señor!
B.    Jesucristo consuela poderosamente  a Juan animándole a no temer porque él es quien tiene absoluto poder y autoridad (17b- 18)
1)    “Puso su diestra sobre mí, diciéndome no temas…”: De la misma manera que el Jesús terrenal momentáneamente transfigurado había tocado y animado a los discípulos (Mt. 17:7) el Jesús exaltado hace lo mismo, una vez más con Juan. Al poner Jesús su manos sobre Juan, no solo lo anima y restaura su confianza, también es una mano que comisiona a Juan para una tarea que ya ha mencionado en vr. 11 (Mounce). ¡Cuán abrumados deberíamos sentirnos todos al haber sido llamados al servicio de este gran Dios y Señor¡ Ahora bien, la confianza de Juan debe basarse en la grandeza soberana de quien le habla:
2)    “Yo soy el primero y el último”: El título habla de la existencia eterna del Hijo. Hemos dicho que su trasfondo puede estar en el título con el cual Yahweh se presentó a Moisés, como “Yo soy el que soy” (Ex. 3:14). Es muy revelador que Jesucristo use este título para sí mismo ya que es esencialmente el mismo que Dios se presenta en 1:8 (“Yo soy el Alfa y la Omega). En 22: 13 Cristo usa ambos títulos (“Alfa y Omega”, “Primero y último”) y los une con un tercero “el principio y el fin”. En Isaías 44:6, Dios mismo afirma, “Yo soy el primero y el último y fuera de mi no hay Dios”. De tal manera que, al usar Jesús estos títulos para sí, no cabe ninguna duda que está afirmando su lugar como Dios soberano.  (Keener: “Jesús comienza su revelación a Juan anunciando su deidad”). Stauffer (Kittel 2:351, citado por Stam) dice que “difícilmente podría el Apocalipsis hablar de Jesús con mayor osadía” tanto por el “Yo soy” como por “el primero y el último”.
3)    Jesús  también se presenta como el que tiene absoluto dominio sobre la muerte (vr. 18)
a)    “y el que vive”: en la Biblia y la tradición judía Dios es “el Dios vivo” o “el que vive” (en contraste a los dioses muertos del paganismo, según Mounce). En su esencia Cristo posee la vida, como él mimo lo dijo en Juan 11:25: “yo soy la resurrección y la vida…”(cp. Jn. 5:26). La forma ampliada y que se aplica a Dios es “el que vive por los siglos de los siglos” (4:9, 7:2, 10:6, 15:7). A continuación lo expresará sobre sí mismo.
b)   “… y estuve muerto, más he aquí que vivo por los siglos de los siglos”: esta es la razón de que él sea  o se le llama “el que vive”. Se puede decir que Cristo el “el que vive” en grado supremo, porque no solo es el creador de la vida, sino también es el que venció a la muerte para nunca más morir (Stam). Es por esta razón que él ahora tiene en sus manos el poder sobre la merte…
c)    “y tengo las llaves de la muerte y del Hades”: Por su victoria sobre la muerte Jesús ahora tiene dominio sobre esta. En la mitología griega, Hades era la deidad que gobernaba el reino de los muertos. Para Juan, “la muerte y el Hades, juntos, representan el poder de la muerte” (Keener). Las llaves representa la autoridad para abrir o cerrar un lugar. Jesucristo dijo que “las puertas del Hades no prevalecerán contra l iglesia” (Mt. 16:18). De manera que lo que se Jesús está diciendo es que es él quien tiene la autoridad sobre la vida y la muerte. Por tanto, él es quien determina quien vive y quien muere y es quien tiene el poder de levantar a los muertos a la vida. No es el emperador el que decide en última instancia, no es la enfermedad la que hace morir. En última instancia la muerte, aún la muerte de los santos viene cuando el que tiene las llaves del Hades y de la muerte así lo permite. ¡Cuánto consuelo sería esta verdad para los hermanos amenazados en el primer siglo¡ ¡Pero cuanto consuelo para nosotros saber que, cuando nos toque enfrentar el duro trago de la muerte, será bajo el control soberano de nuestro Señor!
C.    Juan es comisionado nuevamente a escribir la visión y recibe luz sobre lo que ha visto (vrs. 19-20)
1)    Juan es finalmente comisionado a escribir la visión (vr. 19):
a)    Lo que Juan tiene que escribir son “las cosas que ha visto”, a primera vista se podría referir a la visión que acaba de ver sobre el Cristo exaltado (por la traducción del aoristo como pasado), pero debemos entender que “lo que has visto” se concibe desde la perspectiva del lector, es decir, cuando el lector lee Apocalipsis, Juan no ha visto sólo esta primer visión, sino todas las visiones contenidas en el libro completo (aoristo epistolario). Por lo tanto, “lo que has visto” incluyen tanto esta primer visión como las que está por recibir (Stam y Mounce). Esto se aclara por las siguientes expresiones que son explicativas de esta primera expresión y no acumulativas:
b)   “Las cosas que son y las que han de ser” (el “kai” que precede estas expresiones es explicativo, epexegético): Es decir, las cosas que Juan es comisionado a escribir, y que le son reveladas tienen que ver con las cosas “que son” y cosas que “han de ser”. De manera que lo que es comisionado a escribir son cosas del presente y cosas del futuro, lo presente (lo que es) y lo venidero (las que ha de ser después), en otras palabras “el ya” y el “todavía no” de la escatología del NT (Stam). Esto nos orienta sobre lo que vamos a encontrar en el libro: cosas de la realidad presente de la iglesia, así como cosas que están en el futuro.
2)    Juan recibe la interpretación de los elementos principales de la visión (vr. 20)
a)    “las siete estrellas… en mi diestra”: son los ángeles de las 7 iglesias, quizá custodios celestiales de las iglesias o de sus dirigentes como hemos explicado antes.
b)   “los siete candeleros”: son las 7 iglesias.

Aplicación: 1) los creyentes debemos alegrarnos de tener acceso libre y sin temor a nuestro gran Dios. ¡Qué privilegio que ya no morimos ante él, porque la sangre del cordero nos ha limpiado! ¡Pero qué gran responsabilidad reconocer con profunda y abrumadora reverencia la dignidad, gloria y santidad de este Dios a quien servimos! 2) ¡Qué consuelo debe ser para ti y para mi, saber que con todo y nuestra pequeñez como iglesia o nuestra insignificancia personal, el Cristo exaltado camina con nosotros y estamos en sus manos! ¡Qué nos puede desanimar? ¿Qué reto es tan grande? ¿Qué situación puede abrumar y angustias a aquellos que viven abrumados por la gloria de su Cristo y Señor? 3) Aunque nosotros quizá no corramos el peligro de morir por nuestro testimonio cristiano, ciertamente todos, si Cristo no regresa antes, enfrentaremos tarde o temprano la muerte, pero podemos estar tranquilos, sin temor porque nuestro Señor es quien decide esto y podemos confiar también que como Soberano vencedor de la muerte también nos permitirá vencerla a nosotros también. 4) No podemos pasar por alto que tenemos un tremendo texto para afirmar la divinidad de Jesús: grupos como los Testigos de Jehová tienen que explicar cómo un judío monoteísta como Juan podía atreverse a decir que Jesús se llamó a sí mismo “el primero y el último”, un título aplicado únicamente a Dios en la Biblia.

Terminamos hermanos diciendo y guardando firmemente en nuestros corazones que…

I/C: Los verdaderos creyentes somos firmes en nuestra fe porque conocemos el plan de Dios, quien con su autoridad absoluta  nos  sostiene aún más allá de la muerte.

Conclusión:

                Para los primeros lectores de Apocalipsis, asustados como estaban ante las presiones y creciente hostilidad  de las autoridades romanas, escuchar que su pastor y guía, el apóstol Juan, había recibido este mensaje del Cristo resucitado no podría ser tomado a la ligera y sin ningún resultado o impacto. Seguramente, al leer el rollo en las comunidades cristianas del Asia Menor se produciría gran y exaltado gozo. Habría brotado un renovado ánimo y valor para seguir dando testimonio del Señor y mantenerse firmes en su fe. También habría sido de advertencia para los que no estaban mostrando un compromiso serio con su fe. Ese era el propósito del Señor y de Juan al revelar este libro. El Cristo que resucitó es el amo y Señor de la historia, de los imperios, de la vida y la muerte misma. Él es quien camina en medio de su iglesia y las sostiene en su mano derecha. Por tanto todo aquel que se llama cristiano debe plantarse firme, con absoluta determinación a ser fiel a este que es el que vive, el que estuvo muerto, mas vive por los siglos de los siglos amén. El ánimo, firmeza y determinación que la revelación de nuestro Señor y Dios Jesucristo, como la gran verdad de que su iglesia está en sus manos y él la sostiene aún contra las puertas del Hades es la gran  razón de que en el siglo XXI, seguimos habiendo hombre y mujeres que amamos y confesamos a Jesús de Nazaret como Señor. 

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