Laodicea: auto-aprobación insensata. Apocalipsis 3:14-22




Introducción:

                Una de las cosas más difíciles y aterrorizantes para mi es no darme cuenta de mis propios errores o fallas. Y es que parece que cuesta tanto admitir que estamos mal en algo o que estamos fallando  o que necesitamos cambiar algún aspecto de nuestra vida. Me he dado cuenta que lo que casi siempre tenemos “a flor de piel” o “en la punta de la lengua” es la auto-aprobación. ¡Es tan difícil permitirle a alguien que nos critique! ¡Nos duele tanto!... y creo que no es otra cosa sino orgullo, puro y simple. ¡Pero qué triste es pensar de nosotros una cosa y en realidad ser otra muy distinta!
                Algo parecido le ocurría a la iglesia de la ciudad de Laodicea. Pensaban de sí una cosa, pero la realidad era otra. Esta ciudad era la capital de un conglomerado de 25 ciudades en la región de Frigia y era la más rica de todas. Era un gran centro financiero y bancario. Los laodicenses estaban orgullosos de su riqueza. Cuando en el 60 d. C. fue devastada por un fuerte terremoto, rechazó la ayuda imperial para la reconstrucción pues ellos podían solos con la reconstrucción. El historiador Tácito escribió: “Laodicea surgió de las ruinas por la fuerza de sus propios recursos…” (Mounce). Sin duda la prosperidad económica de la ciudad también era evidente en la iglesia, lo cual, al parecer les había afectado tremendamente en su capacidad de percibir su realidad espiritual. Pablo mencionó esta iglesia en su carta a los colosenses, pidiéndoles que esta carta a la iglesia de Colosas se leyera también en la iglesia de Laodicea y que de igual manera, la de Laodicea se leyera en Colosas. Lamentablemente esa carta se perdió (Munce). Aprendamos, entonces de este mensaje a Laodicea en primer lugar que…

I. Jesús reprende la insoportable inoperancia de una iglesia auto-complacida (vrs. 14-17)
   
   A.      Jesús se presenta a la iglesia esta iglesia como  quien es fiel y originador de todo (vr. 14)
1)     “El amén” (o` VAmh,n): es una expresión que viene del hebreo, cuya raíz lleva las ideas de “firme”, “seguro” y de allí las ideas de lealtad, fidelidad (Jenni, DTMAT). Se usaba como una especie de afirmación o confirmación solemne cuando se aceptaba una tarea (1R. 1 36), para confirmar o aceptar una advertencia sacerdotal por una falta (Nm. 5:22) o en respuesta a la alabanza a Dios (1 Cr. 16:36)[Kittel, CDTNT]. De manera que cuando se pronunciaba esta palabra se implicaba que algo que había sido dicho era verdadero y por lo tanto vinculante, es decir “comprometedor”, “obligatorio” (DTMAT, CDTNT, Mounce).  Pero aquí se usa como un título de Jesús. Por lo que es bastante probable que viene de Isaías 49:16 donde a Dios se le llama “el Dios del amén” (!meêa' yheäl{aBe), es decir “el Dios que convierte en sí y en amén lo que ha prometido”, “el Dios de la  lealtad” (DTMAT). De manera que cuando Jesús se llama a sí mismo como “el amén”, siguiendo esta pista de Isaías, debemos entender dos cosas: por un lado él está definiéndose como la encarnación misma de la verdad, de la fidelidad, de lo que es firme y verdadero; y por el otro lado hay que entender que ¡él está tomando para sí un título asociado únicamente con Dios en el AT! (Aune).
2)     “El testigo fiel y verdadero”: este título doble sirve para definir el significado esencial del  título “el amén” (Aune, BDAG. Mounce dice que es una frase apocicional a “el amén”). Presenta el carácter digno de confianza de Cristo. Su palabra es verdadera y fiel.
3)     “El principio (h` avrch.) de la creación de Dios”. Este título ha hecho dudar a algunos sobre la eternidad de Cristo, ya que la expresión puede entenderse como “el primero creado” (BDAG). Sin embargo esa lectura contradeciría evidentemente lo que ha dicho en 1:8, 21:6 y 22:13: “Yo soy el alfa y la omega,  principio y  fin” o en 1:17-18: “yo soy el primero y el último…”. Más bién este es un título divino que en Isaías (41:4; 44:6; 48:12 es explícitamente aplicado a Dios. Entonces es mejor entender con todo el contexto de Apocalipsis que este título “significa que todas las cosas creadas tienen su origen en Cristo” (Thomas R. Schreiner, New Testament Theology: magifying God in Christ), o “la primera causa” (BDAG), la fuente de la creación (Keener CBCANVI). Lejos de ser una prueba en sentido contrario, este texto implica precisamente la deidad de Cristo (Keener). “Dios no tiene origen, y es esto lo que distingue a los que es Dios de aquellos que no lo es” (Novaciano, citado por Keener). Esta palabra también denota autoridad, soberanía (BDAG), de manera que también puede denotar la idea de “el soberano de la creación” (Keener: el emperador romano se llamaba a sí mismo prineps, es decir “el primero” entre los romanos). La palabra no solo significa preeminencia o gobierno sino también “fuente” u “origen”, él es el comienzo y la fuente de la creación de Dios (Osborne).  Otra opción es que el título se refiere a que Cristo es el “principio de la nueva creación”, su inaugurador y soberano, basado en la dependencia de Isaías 65:16 (G. K. Beale, A New Testament Biblical Theology).

            …Así que el que escribe esta carta a esta iglesia es aquel que es absolutamente veraz, verdadero y fiel y que así mismo es el amo y Señor de toda la creación. ¡Imposible no atenderle!

          B.      Jesús reprende a la iglesia por ser insoportablemente inoperante (inútil) e ingenuamente auto-              complacida (vrs. 15-17)
1)    La iglesia es reprochada por ser insoportablemente inoperante (vrs. 15-16):
a)        La metáfora usada en estos versículos sobre no ser ni caliente, ni frío sino tibio, era clara para los hermanos de Laodisea. Su ciudad vecina Hierápolis poseía unas famosas fuentes termales que se consideraban medicinales. Por su parte la ciudad vecina de Colosas poseía aguas frescas y puras. Pero Laodisea suministraba por tuberías desde fuentes calientes 12 kilómetros al sur, de manera que llegaba a temperatura tibia y contaminada. De manera que ellos, como su agua eran tibios (Keener, CCCB).
b)        La metáfora seguramente no habla tanto de “fervor” espiritual de la iglesia (Mounce): ¿Por qué Dios preferiría una iglesia “fría” a una “tibia”. Más bien la metáfora habla de la inefectividad, la esterilidad o inutilidad de esta iglesia (Aune, Mounce, Keener). Jesús les dice: “ojalá fueras frio (es decir útil para beber), o caliente (es decir para bañarse), porque así serías útil…” (Keener, CCCB)
c)         “…por cuanto eres tibio y no frío ni caliente…”: la metáfora puede aludir también a una mediocridad y una neutralidad pasiva en esta iglesia, ellos no tienen una clara definición: ellos quizá se han amoldado al sistema del mundo que los rodeaba, el sistema idolátrico, para no poner en peligro sus intereses económicos y mucho menos jugarse la vida por Cristo (Stam, Aune también). “Te vomitaré de mi boca”: una mejor traducción es “estoy a punto de vomitarte de mi boca” (CAB, NVI, RVA). Indica inminencia, prontitud (Osborne) La imagen es grotesca y fuerte. Indica lo insufrible que es para el Señor una iglesia inoperante y amoldada al mundo. ¡Ser mediocre y cobarde es realmente vergonzoso y repugnante… ser tibio es pecado! (Stam). Pero esta iglesia ingenua e insensatamente tiene un alto concepto de si…
2)    Ellos se consideran ricos y sin ninguna necesidad, pero en realidad es muy diferente (vr.17)
a)    Ellos están auto-complacidos. “…tú dices soy rico y…”: ya se ha dicho que la ciudad era famosamente rica, un centro financiero importante. Sin duda la iglesia también era rica y su riqueza les hacía sentir orgullosos de sí mismos (“me he enriquecido”) y auto-suficientes (“de ninguna cosa tengo necesidad”). Pero seguramente debemos entender esta pretensión de ser ricos en sentido figurado, es decir, ellos se consideraban “espiritualmente ricos” (Aune, Mounce). “Por ser fuertes económicamente se sentían fuertes espiritualmente… En su cómoda seguridad económica, encontraban una falsa seguridad espiritual” (Stam). Pero de acuerdo a Jesús, la realidad era muy distinta.
b)   “no sabes”: marca lo triste e irónico del auto-engaño…
c)    “…eres desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo”: es la verdadera condición de esta iglesia. Los adjetivos presentan cinco aspectos del mismo estado (Mounce): un decadente estado espiritual. En lugar de ricos (como la pujante economía de la ciudad) eran pobres espirituales, en lugar de tener una visión clara en cuanto a su real condición (Laodisea era famosa por su escuela de medicina que producía un colirio para mejorar la vista) eran ciegos y en lugar de estar bien vestidos (ya que Laodisea tenía una fuerte industria textil) estaban vergonzosamente desnudos.

Aplicaciones: 1) No debemos olvidar hermanos, que el Dios a quien servimos es quien se proclama como “el Amén”, la encarnación misma de la verdad. Podemos confiar plenamente en él toda nuestra vida y destino eterno. Podemos confiar en sus promesas y en la fidelidad de sus palabras. 2) Debemos asegurarnos de ser una iglesia que trabaja para cumplir el propósito de Dios para su iglesia. Una iglesia que no está preocupada por la salvación del perdido, por la tarea de hacer discípulos, por llevar a estos a la madurez espiritual, una iglesia complacida con la mediocridad espiritual, una iglesia cuyos miembros tienen una tibieza espiritual pues viven a medio compromiso con su Señor y con el estilo del mundo, no es sino una iglesia repugnante y repulsiva a su señor. 3) Cuidémonos de no confundir prosperidad económica con prosperidad espiritual. Nos puede ir muy bien en la economía, pero estar en la misma banca rota espiritual. Cuidémonos de no auto-engañarnos con esta falsa seguridad.

Pero ¿qué debemos hacer si descubrimos algo de esto en nuestras vidas? Vemos en 2º lugar que…

II. Jesús desafía a una iglesia decadente a buscar en él su restauración (vrs. 18-20)

           A.      Jesús exhorta a la iglesia a buscar en él todo lo que a su decadente estado le falta (vr. 18). Las             tres condiciones descritas con los últimos tres adjetivos en el verso anterior que señalan la                   condición espiritual de la iglesia (pobre, ciego y desnudo) pueden ser remediadas o revertidas             si acuden al Señor. Ellos deben comprar del Señor (“de mi”, parV evmou/, enfático según                         Osborne y Mounce) tres cosas:
1)    “oro refinado en fuego para que seas (verdaderamente) rico”: Obviamente es una figura. El oro refinado en el fuego habla de un oro puro, sin escorias contaminantes. En 1ª Pedro 1:7, se usa el oro refinado por fuego para representar una fe genuina y madura, libre de impurezas. Seguramente habla de la verdadera riqueza espiritual, de una vida espiritual genuina que es la verdadera riqueza. Ellos pueden ser ricos materialmente, pero no espiritualmente como cree, pues espiritualmente son miserables y pobres. ¡Cristo es la única fuente de riqueza espiritual!
2)    “vestiduras blancas”: Ellos, que seguramente estaban acostumbrados al buen vestir, espiritualmente están desnudos. La desnudez fue la más humillante vergüenza en el mundo antiguo (Malina). En la Biblia la desnudez representaba juicio y humillación. Por otro lado las vestiduras blancas en Apocalipsis llevan la idea de justicia, pureza y victoria (3:4-5). Pero los hermanos laodicenses están completamente desnudos, su estado espiritual es vergonzoso. Pero en Jesús pueden obtener la pureza, la dignidad y la victoria de una vida espiritual genuina que han perdido.
3)    “colirio para ungir tus ojos para que veas” (lit.): Como ya se ha mencionado, Laodisea era famosa por la escuela de medicina que fabricaba un colirio (llamado polvo frigio) para los ojos (Stam). Pues, a pesar de su famoso colirio, en lo espiritual estos hermanos estaban ciegos. Era esta misma ceguera la que no les permitía darse cuenta de su verdadera condición.
¡Sólo la persona de Jesús tiene los recursos para sanar la ceguera espiritual que nos hace engañarnos a nosotros mismos!
          B.      Jesús advierte a la iglesia que él disciplina a los que ama y los llama al arrepentimiento (vr.                  19).
1)    “A los que amo”: La reprensión y el castigo o disciplina del Señor es por cusa de su amor (filw/, el tierno amor familiar). Es la misma idea que aparece en Proverbios 3:11-12 y que es citada en Hebreos 12:5-6. “Reprendo” (evle,gcw) tiene la idea de llevar a alguien a reconocer su mal proceder… no es tanto castico sino iluminación… mostrarle a alguien su pecado… una disciplina educativa (Mounce, citando a Barclay y Büchsel en TDNT). “Disciplino” (paideu,w): es la idea muy común en proverbios de la necesidad de disciplinar o castigar a los hijos, motivada por el amor y el deseo de su bienestar (Aune). Algo que no debemos pasar por alto (aprendiendo cristología en Apocalipsis) es que, ¡el Jehová que disciplina en Proverbios 3:12, en nuestro texto es el Cristo exaltado! Cristo de nuevo tomando los derechos de Dios.
2)    La exhortación es a “ser celoso y arrepentirse”: “celo” se refiere a fervor, ánimo, anhelo, deseo. Ser celoso o deseoso de estar correcto con Dios debe reemplazar su tibia espiritualidad (Osborne). Ellos deben arrepentirse de ese tipo de vida, es decir, deben terminar con esto y cambiar. Pero la decisión es voluntaria porque…
           C.      Jesús llama a la puerta de la iglesia decadente para restablecer su comunión (vr. 20). Este                     versículo se ha usado por excelencia para invitar al no creyente a la conversión a Cristo, sin                 embargo, el verdadero contexto aquí no es evengelístico sino de restauración.
1)    “Yo estoy a la puerta y llamo”: la búsqueda de Dios al hombre es quizá el elemento que expresa el carácter único de la fe judeo-cristiana (Mounce). La metáfora indica que en su ciega auto-suficiencia y auto-aprobación, los hermanos laodicenses ¡habían excomulgado de su congregación, por así decirlo, al mismo Señor! (Mounce). Increíblemente, él está pidiendo permiso de entrar!
2)    “si alguno oye mi voz y abre la puerta”: esta frase condicional (eva,n + subjuntivo en la prótasis) indica que el que habla no tiene total certeza de la respuesta. Es posible, pero incierto que la puerta se le abra. Jesús se presenta como un huésped, un invitado que quiere entrar a la casa.
3)    “entraré en él”: el verbo puede simplemente indicar “venir a”. Siguiendo la figura, habla de que el Señor entrará en la casa del que le abre la puerta. Jesús no rechaza  a la iglesia que se ha olvidado de él. Al contrario la busca y llama a su puerta para ver si reaccionan a su voz. “Cenaré con él y él con migo”: es una imagen de la antigüedad para expresar intimidad, comunión (Keener, CBCANVI).

Aplicación: 1. A la iglesia de Laodicea su prosperidad material le había dado tal grado de autosuficiencia que no podían ver que en realidad se habían alejado totalmente de quien debía ser el centro de sus vidas. Es común que la prosperidad económica nos engañe haciéndonos pensar que esta prosperidad equivale a prosperidad espiritual. Si nos volvemos estériles e inútiles a los intereses del reino de Dios, si nuestro cristianismo es tibio, acomodado al mundo y sus valores, si no hay sacrificio para el reino de Cristo, si ya no servimos para nada a su causa, si nos hemos llegado a sentir auto-suficientes y nos hemos vuelto engreídos por nuestros logros… lo único que causamos al Cristo Señor de las iglesias es… nauseas… ¡cuidado mis amados! 2. La única y  genuina vida espiritual surge de una verdadera entrega y búsqueda de Jesús. Necesitamos volver a él, no importa lo nauseabundos que estemos… tiernamente Jesús nos toca la puerta, el quiere volver a tener íntima comunión con nosotros: quiere vernos adorarle, quiere vernos apasionados por su palabra, quiere vernos buscarle intensamente en la oración, quiere vernos siendo productivos en su obra… Él lo dijo en Juan 15: 4-5: “permaneced en mi y yo en vosotros… separados de mi nada podéis hacer. ¿Has dejado fuera de tu vida al Señor mi hermano? Hoy es un buen día para invitarlo de nuevo a ser el invitado más especial en tu corazón, hoy es un buen día para aceptar el llamado de Jesús al arrepentimiento… ¿Escucharás hoy su voz?

…Terminemos viendo en tercer lugar la nota de motivación que el Señor nos da al final…

III. Jesús promete  compartir su trono con  los vencedores (vrs. 21-22)

           A.      Al vencedor Jesús promete compartir con él su trono (vr. 21a): Jesús había prometido a sus                doce apóstoles que en su reino ellos se estarían en doce tronos para juzgar a las doce tribus de              Israel (Mt. 19:28). Aquí la promesa se extiende a todo creyente que persevere y termine                      victorioso. El señor le promete compartir su trono con él. Al final del libro, los santos                          victoriosos se sentarán en tronos y reinarán por la eternidad (20:4 y 22:5, Osborne). Lo                        importante aquí es la promesa de Cristo de compartir su reino con los creyentes victoriosos.                Pablo dijo “Si sufrimos con él, también reinaremos con él” (2 Tim. 2:12). 
           B.      El patrón que siguen los creyentes es el de Cristo (21b). Cristo venció con su obediencia y                   sufrimiento hasta la cruz… para luego ser entronizado con su Padre. Los creyentes, debemos               obedecer, arrepentirnos y volver a Cristo si lo hemos abandonado y servirle hasta la muerte                 para luego reinar con él en su trono por la eternidad.
           C.      El llamado a la iglesia de Laodicea es para todo creyente (vr. 22).

Aplicación: No hay reinado eterno, sino para los que vencen. Sólo los que atienden la amonestación del Señor y se arrepienten de un cristianismo estéril, auto-aprobado y orgulloso, el que se humilla y reconoce lo radical del llamado de Cristo a su dependencia y comunión pueden asegurar su participación en el reino futuro de Cristo. 2) Los Laodicenses pensaban que por ser ricos eran creyentes victoriosos. Realmente eran pobres y derrotados en su vida de discípulos porque habían perdido su relación con su Señor, fuente de la vida espiritual. Su prosperidad material les trajo pobreza espiritual. Como dijo Jesús, “así es el que hace par sí tesoros, pero no es rico para con Dios (Lc. 12:21). Que la prosperidad material no te aleje del Señor hermano.

I/C: Una iglesia decadentemente inútil debe volver a Jesús para ser restaurada y reinar con él.

Conclusión:

¿Cuál será la percepción que tenemos de nuestra vida espiritual? ¿Pensaremos que tenemos una gran relación con el Señor? ¿Nos sentiremos súper confiados de nuestro excelente cristianismo? Así mismo pensaban los hermanos de Laodicea, y sin embargo le producían repulsión al Señor. Pero su percepción era tan equivocada porque incluso habían perdido su capacidad para ver con claridad la realidad. ¡Qué cosa más triste es no notar la realidad de mi condición espiritual!  A ellos se les reprochan varias cosas: su ineficacia para Dios, no sirven para nada a los intereses de Cristo. Tienen recursos pero no para los intereses del reino de Dios, sólo para su propio prestigio. Se sientes tan seguros, que ¡ni de Cristo tienen necesidad! Ya no le buscan, ya no dependen de él, ya no hablan con él, ya no le sirven ni le adoran, lo han dejado fuera de su casa.  Se han contaminado con la corriente materialista de su ciudad, de su época. Pero lo lindo, es que el Señor les ama y los amonesta al arrepentimiento. Cualquier creyente que ha caído en decadencia espiritual y cualquier iglesia, puede ser restaurado, si tan solo se humilla, reconoce su condición y le abra la puerta a aquel que le llama.


Mientras escuchamos esta canción, quiero invitar a cualquiera que tenga la convicción de atender al llamado al arrepentimiento de una vida cristiana de tibieza que Jesús hace esta mañana, que se ponga en pie mientras habla y arregla cuentas con su Señor. 

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