Ataque satánico I. Apocalipsis 9:1-12

Ataque satánico I
Apocalipsis 9:1-12
(21/05/17)

Introducción

Después de algunos meses de abandonar el libro de Apocalípsis, quisiera retomarlo. Estamos ya en el capítulo 9. Hemos dicho que los toques de trompetas, al igual que los sellos, representan juicios que Dios derrama y derramará de manera cada vez más intensa sobre la humanidad que le ha dado la espalda. Hemos visto ya los primeros 4 toques de trompeta que anuncian juicios que afectan la naturaleza, los recursos naturales del planeta. Estos juicios afectan algo indirectamente la vida humana, la vida de las personas. Pero cuando llegamos a la 5ª trompeta, vamos a ver una manera de juicio que no nos había presentado el libro de Apocalípsis. Se pasa de los males generados por la maldad humana (los sellos) y de los males generados por la afectación de los recursos naturales a un mal generado por el ataque directo y efectivo de las fuerzas del mal, el ataque del mismo infierno y sus habitantes, los demonios y su capitán. ¿Pero, acaso el diablo y los demonios no son sólo una manera poética y mítica hablar de la maldad humana?  ¿De verdad existen fuerzas personales de maldad? Apocalípsis y todos los autores del NT dicen que sí. Es más, todo el libro nos llevará a la realidad de que la historia humana se trata de la derrota de estas fuerzas por parte de Cristo.

Juan Stam, un gran teólogo y biblista que ya está con el Señor, cuenta que “asistió a un coloquio de la facultad de teología de Tubinga, en el que un distinguido profesor de la escuela que había dedicado mucho de su vida a mostrar que el diablo no existe, presentó sus argumentos acerca de la no existencia de esa fuente de males. Estaba presente el anciano profesor marxista, Ernest Blosh, quien con su débil voz, apenas audible, replicó a su colega: ‘¡qué raro esto!, Tú, que crees en Dios, no crees en la existencia del diablo. Yo, que no puedo afirmar la fe en Dios, sí estoy seguro de que hay un diablo. Veo por todos lados las pruebas de su existencia’”. Preguntémonos, ¿tanto mal en el mundo es normal?, ¿es fortuito? ¿se da simplemente porque tiene que darse? Veamos lo que dice Apocalipsis. Notemos en primer lugar que…

I.     Dios desata las fuerzas del mal, permitiéndoles infligir duro tormento a los no creyentes (vrs. 1-7).

A.     Al toque del quinto ángel una estrella cae del cielo y se le da la llave del abismo (vr. 1).
1.  “una estrella que cayó”: una mejor traducción sería: “que había caído”. Por lo que se dice a continuación, se entiende que se trata de un ser personal de alguna clase. Como Juan ha llamado “estrellas” a los ángeles de las iglesias en 1:20, y en otros pasajes también se les simboliza como estrellas (Jc. 5:20; Job 38:7) podemos entender que esta estrella se trata de un ángel (Osborne, Keener). Por otro lado, el hecho que “haya caído del cielo” hace pensar que puede ser un ángel maligno o demonio o Satanás mismo: al rey de Babilonia, que muchos identifican con Satanás, se describe como “cayendo del cielo” y se le llama “estrella de la mañana” en Is. 14:12-14; en Lc.  10:18, Jesús dice que vio a Satanás “caer del cielo como un rayo”. Sin embargo, en todo Apocalípsis nunca un demonio cumple la voluntad de Dios y sería raro que a un demonio se le confié la llave de su misma prisión (Osborne). Por otro lado, en 20:1 se presenta un ángel descendiendo con la llave del abismo. Este puede ser el mismo ángel. Así que, lo más probable es que se trate de un ángel de Dios enviado por él (Osborne, Ladd, Morris).
2. “se le dio la llave del pozo del abismo”: esta clase de verbos (pasivos: porque el sujeto no ejecuta la acción del verbo, sino que la recibe) donde no se menciona quien ejecuta la acción (no dice quien le dio la llave al ángel), se sobre entiende que es Dios el que ejecuta la acción (pasivo divino, cp. vrs. 3, 4, 5). “El pozo del abismo” (gr. h` klei.j tou/ fre,atoj th/j avbu,ssou): la palabra “pozo” debemos entenderlo como “hueco” u “hoyo”, es como “la apertura de un agujero profundo en el suelo” (Friberg); “una apertura que lleva a las profundidades del infra mundo” (BDAG). El lugar al que conduce este “hoyo” es llamado aquí “el abismo” (lit. “sin fondo” o “insondable”. “En el NT es una prisión para el anticristo (Ap. 11:7 [lit. “la bestia”]), los demonios (Lc. 8:31) y donde será encerrado Satanás durante un milenio (Ap. 20:1-3) [Kittel]. “Un lugar trascendente asociado con la muerte y los poderes hostiles” (BDAG). En nuestro pasaje, parece que “abismo” es la prisión de fuerzas demoníacas hostiles” (Stam). Esto se conecta con la idea del “Gehena” en los evangelios y del “lago de fuego” en Apocalipsis (cp. 11:7 donde “la Bestia” sale del abismo, con 20:10: el lago de fuego es el lugar donde estaba la Bestia). Es decir, todo apunta a que el abismo es el infierno mismo (Osborne, Kistemaker). Este ángel, recibe la facultad de abrir este lugar llamado “abismo”. Veamos qué sucede a continuación.
B.     Del abismo salen criaturas diabólicas mandadas a torturar a los no sellados (vrs. 2-6).
1.  “subió humo… como de un gran horno” (2ª): la figura de humo que sube, en la Biblia se conecta a veces con las manifestaciones gloriosas de Dios (Ex. 19:18) o con su ira (2 Sam. 22:9). La destrucción de Sodoma y Gomorra fue descrita de manera similar (Gn. 19:28). Así que este humo seguramente representa la ira y de Dios y la destrucción que se aproxima (Osborne). Pero no se debe olvidar que este humo proviene del abismo infernal.
2.  “Se oscureció el sol y el aire por el humo” (2b): la imagen agudiza lo temible del escenario que se aproxima. Las humaredas parecen ser las humaredas infernales que oscurecen tanto el sol como el aire. Si el juicio de la 4ª trompeta (8:12) había herido la 3era. parte de la luz del sol, la luna y las estrellas, ahora, en una especie de intensificación, este parece ser un juicio sumario que consuma los anteriores (Osborne). La diferencia es que ahora sabemos lo que provoca la oscuridad. Para los lectores del 1er siglo, ¡esta escena anunciaría la apertura de los recintos mismos del infierno! “Es como si se hubiera desencadenado el infierno para dañar, contaminar y profanar la creación de Dios” (Kistemaker). Así que lo que tenemos es el anuncio de algo terrible, pero no solo terrible, diabólico y siniestro.
3. “del humo salieron langostas… se les dio poder… como los escorpiones” (vr. 3): En todo el AT, la langosta es un símbolo de destrucción (Dt. 28:42; 1 R. 8:37). También está el precedente de la 8va. plaga de Egipto y una invasión de langostas en Joel. Que “se les dio poder como tienen poder los escorpiones”, nos indica que hay una autoridad que las controla. Demos entender que esa autoridad es Dios mismo. Así como al ángel se le dio la llave del abismo, a estas criaturas, en un segundo acto de soberanía , Dios les da poder o autoridad (evxousi,a) para dañar (Osborne).   Así que estas langostas-escorpiones no son algo común desde esta descripción. Obviamente, no pueden ser langostas o insectos literales. Conocemos en nuestro contexto lo temibles que son los escorpiones (o alacranes). Sabemos de lo doloroso que es su picadura. Así que podemos imaginar que estas criaturas provenientes del abismo, tienen el poder de dañar. ¿Pero qué tipo de daño y a quien se dirigirá su daño? En la Biblia, las serpientes como los escorpiones son criaturas hostiles al hombre, por lo que se convirtieron en símbolos de las fuerzas espirituales del mal (Ladd).
4.  “… se les mandó que no dañaran la hierba… sino a los hombres que…” (vr. 4): De nuevo, es obvio que la invasión de langostas representa otra cosa, ya que se les prohíbe dañar lo que naturalmente ellas devoran: la vegetación. Debemos entender que la orden (“se les mandó”, lit. “se les dijo”, aor. pas.), siempre viene de Dios. Él es el que controla la situación, el que la dirige. Lo que ellas son mandadas a dañar son “los hombres que no tuviesen el sello de Dios en sus frentes”. Ya sabemos por 7:3 que Dios ha sellado a los creyentes con una protección especial para no ser afectados por sus juicios. El sello indica que la persona que lo tienen pertenece a Dios. Aquí vemos que este sello protector se hace efectivo cuando los juicios de Dios vienen directamente sobre los hombres que han rehusado arrepentirse (Osborne).  Es interesante que en Lucas 10:18-19, a los discípulos se les da autoridad para hoyar serpientes y ¡escorpiones! (Osborne).
5.  “les fue dado que no los matasen, sino que los atormentasen” (5ª): Otra vez, se destaca la soberanía de Dios. Las langostas-escorpiones no tienen permiso de matar sino sólo de atormentar a los no sellados. El verbo traducido “atormentar” puede entenderse como “angustia severa”, “tormento”, “acoso” de algún tipo, “tortura” (BDAG). Es difícil especificar con precisión cómo estas criaturas causan el tormento: será algo físico, emocional, psicológico. Lo claro es que se trata de un tormento intenso, pero que no mata. También es un tormento limitado a “cinco meses”. Soberanamente Dios limita el sufrimiento causado por estas criaturas.  Esto muestra no sólo el control del Señor sobre el tormento de los hombres que le han dado la espalda, sino también su gracia y misericordia (Quizá Dios conoce nuestro dicho: “no hay mal que dure 100 años…). Una buena observación es que estos emisarios del abismo atacan precisamente a quienes han rechazado a Cristo, a los no creyentes (sus aliados!!). “Justamente, los que han optado por entregarse al diablo son atormentado por los agentes del mismo” (Stam. ¡Mal paga el diablo a quien bien le sirve!). De esta manera la “maldad se autodestruye… justo como pasa en la vida humana… el pecado de los que no se someten a Cristo, termina destruyéndolos” (Stam). Esta limitación del sufrimiento, tiene la intención divina de llamar a los hombres al arrepentimiento (Osborne, cp. vrs. 20-21). ¿Pero cuál será la reacción de los hombres?
6.  “… buscarán la muerte… ansiarán morir” … “pero no la hallarán”. El sufrimiento será tan severo que la gente prefiere morir. Es irónico que aquellos que han dado muerte a los creyentes en 6:9-11, Dios no les permite a ellos morir (Osborne, Mounce). La gente que rechaza a Cristo, prefiere la muerte, aun cuando sufre los azotes provenientes del mal o de su pecado mismo, pero no consideran nunca el arrepentimiento. Hay reportes que cuando el Vesubio erupcionó en el 79 AD, algunos oraban por la muerte en el terror de la muerte (Aune).

Aplicaciones: 1) Las fuerzas del mal, aún con todo su poder y capacidad de dañar, está limitado por Dios. Él pone sus límites y fronteras, de tal manera que sólo pueden hacer lo que Dios en su soberana voluntad se lo permite. No debemos olvidar que Dios no permitirá que estas fuerzas oscuras actúen a su antojo. Pero esta limitación debe invitar a la gente a volverse a Dios, al arrepentimiento. Cuando el mal te está destruyendo la vida, también es Dios que te está hablando e invitándote a someterte a él. 2) Las criaturas en esta visión representan, sin duda, las fuerzas diabólicas que Dios permite salir de su lugar para causar profundo dolor y sufrimiento. El diablo y sus huestes espirituales de maldad sólo causan dolor a quienes bien les sirven rechazando a Dios en sus vidas. “Cuando la gente falla en responder a la graciosa invitación y se pone a sí misma en oposición a los propósitos de Dios, entonces llega a ser presa de horribles fuerzas demoníacas. Ellos sufren las consecuencias de su elección” (Morris). Las fuerzas del mal destruyen vidas, la salud, las relaciones, las emociones, la economía, las familias. Ellas destruyen, causan profundo daño. 3) Los creyentes, los que tienen el sello de Propiedad de Dios son intocables para estas fuerzas ¡Aleluya! El soberano Dios no les permite dañarlas. Sin embargo, los creyentes inmaduros y rebeldes a veces voluntariamente se someten a las fuerzas del mal, las tientan, las provocan y se dejan seducir por ellas. Hermano, por favor, sé consciente que Dios te protege, pero es tu responsabilidad no tentar el mal. Este puede hacerte daño también. 4) Debemos saber que las fuerzas del mal están activas hoy como en el siglo 1º. Están activas en el mundo de la política con nuestros gobernantes, están en el mundo de los medios masivos de comunicación, en la tecnología, incluso en el arte. Ejercen su influencia en la academia, convenciendo a muchos de la no existencia de Dios, convenciendo al hombre que nunca tendrá que rendir cuentas. El mal está en las religiones que adoran dioses falsos y no al Dios-Hombre Cristo. ¡El mal lo vemos e todos lados! Pero Dios le tiene los días contados. Cuidémonos, mis amados de no ser partícipes de su influencia.

Aunque ya sabemos lo terrible que son las langostas-escorpiones, Juan desea describirlas con mucho más detalle. Es que el mal es tan malo que vale la pena detenerse a considerar con detalle su fealdad y el daño que hacen. De manera que juan nos va a mostrar a continuación que…


II.   Las fuerzas del mal son hordas satánicas letales que atormentan al hombre sin Dios (vrs. 8-12).

… La descripción a continuación no nos debe llevar a concluir que las fuerzas demoníacas son así literalmente. Más bien la descripción pretende describir el carácter destructor y espantoso de estas fuerzas. Es probable que la descripción haga alusión al aspecto de los ejércitos bárbaros del norte (especialmente los partos) a los cuales los romanos les tenían pavor en este periodo. De manera que es posible que Juan está usando una de las imágenes más terribles en el mundo romano para ilustrar lo temibles que son las fuerzas del mal y evocar el horror frente al juicio (Mounce, Keener, CBANVI, CCCB). “Estamos ante un símbolo polifacético que describe criaturas demoníacas que intentan guerrear y derrotar a todo y todos los que se cruzan en su camino” (Kistemaker). 

A.     Las langostas-escorpiones son descritas como un poderoso y despiadado ejército (vrs. 7-10).
1.  “semejante a caballos preparados para la guerra” (7ª): Los caballos, en la Biblia y en el mundo antiguo eran “caballos de guerra”, muy poderosos animales. Que están preparados para la guerra indicaría que estas hordas abismales están listas para ir a la guerra ¡contra sus seguidores!
2.  “… tenían como coronas de oro…” (7b): posiblemente un símbolo de victoria (Kistemaker, Ladd, Stam, Osborne) o que ellas eran invencibles (Aune). También pueden indicar un rango de autoridad (Keener, CBANVI: “principados, potestades, gobernadores de las tinieblas” de Ef. 6:12). Un detalle es que lo que llevan en sus cabezas no son exactamente coronas de oro, sino algo parecido a coronas (“como coronas semejantes a oro”, en el gr.), así que estas no son sino las coronas de un usurpador, estas langostas pretenden una autoridad que no poseen. Su autoridad es limitada. El libro no mostrará quién tiene la legítima corona de oro y autoridad total.
3.  “…sus caras… como caras humanas”: indicando, quizá inteligencia racional, sagacidad, discernimiento. No son hordas bárbaras, son seres que saben hacer con inteligencia su trabajo: dañar al ser humano. Pablo las describe como “huestes espirituales de maldad” (Ef. 6:12). Pero también puede indicar un disfraz, el mal suele disfrazarse de inofensiva y engañosa humanidad (Stam).  O el deseo de
4.  “…cabello como cabello de mujer y diente como de leones” (vr. 8): Su rostro humano y su cabellera de mujer (hermosa por naturaleza) pueden indicar el carácter engañoso y seductor de las fuerzas del mal. Pero sus “dientes de león” delatan su naturaleza destructora y voraz. Tenemos, entonces retratados dos aspectos de las fuerzas satánicas: su seducción y su violencia destructiva (Kistemaker). El diablo es descrito como “león rugiente buscando a quien devorar” en 1 P. 5:8.
5.  “corazas”, “carros”, “caballos”, “batalla” (vr. 9): todos estos elementos atribuidos a las langostas-escorpiones evocan la naturaleza belicosa de su actividad y misión. Pero también su poderío e invencibilidad (Kistemaker). Ellos son como un ejército preparado para atacar. Se refuerza la idea del versículo 7 (“como un ejército preparado para la guerra”).  Ninguno que no tenga el sello de propiedad de Dios puede escapar a su daño (Kistemaker).
6.  “colas como de escorpiones… aguijones… poder para dañar a los hombres” (vr. 10): aquí se refuerzan las descripciones ya antes mostradas (vrs. 3, 5), sobre lo terrible del dolor que pueden causar estos seres, comparable al de una picadura de escorpión. Pero todo es una figura para hablar de su poder de daño. Lo cierto es que este sufrimiento motiva el deseo de morir (vr. 6). Con la repetición de estas ideas, se quiere subrayar la gravedad del ataque (Kistemaker) y sin duda su realidad. También se repite la idea de lo temporal del ataque, que pretende hacer entender al hombre los nefastos frutos de seguir a satanás y que entonces decidan arrepentirse y volverse a Dios.
B.     Se nos declara que su rey no es otro más que "el ángel del abismo" (vr. 11).
1.  “…tienen por rey al ángel del abismo”: Las hordas abismales tienen un líder, un rey. Es un ser conocido como “el ángel del abismo”. Se discute si este líder demoníaco es Satanás mismo. Parece que no hay suficiente evidencia para hacer esta identificación (en donde se menciona directamente a Satanás y sus “alias”, nunca se le llama el “ángel del abismo”, ver 12:9 y 20:2). En 20:1-3 se va a anunciar que Satanás será arrojado al abismo, pero no se identifica como “el ángel del abismo”. Lo más prudente es decir que se trata de un rey demoníaco que hace la voluntad de satanás y dirige las hordas de demonios que torturan a la gente que no pertenece a Dios, a sus mismos seguidores (Osborne).
2. “… Abadón… Apolión”: la idea de las dos palabras tanto en hebreo como en griego es “destruir”, más específicamente “destructor”. El nombre del rey de este ejército diabólico culmina remarcando la naturaleza de estas fuerzas. Su propósito es destruir a todos aquellos que han rechazado a Dios (Osborne). Es bastante probable que en el nombre “Apolión” haya una referencia irónica y oculta al emperador romano, ya que este nombre se parece mucho al del dios Apolo de quien los últimos emperadores (Nerón, Calígula) eran muy devotos y el actual emperador Domiciano se creía una encarnación. Así Juan estría diciendo que quien está detrás de los emperadores que se oponen al evangelio y a quienes la gente adora como dioses, está el ángel, el demonio, el emisario satánico que gobierna las fuerzas del abismo (Stam).
C.      Se avisa que ha pasado el primer “ay”, pero vienen dos más (vr. 12). Se nos ubica una vez más en cuanto a que estamos en una serie de 7 juicios. De estos, los últimos 3 se distinguen de los primeros 4 porque son tan terribles que se definen como “ayes” en 8:13. Si este primer ay ha sido la invasión de las huestes satánicas con su poder de infligir duro tormento sobre los incrédulos, ¡qué se esperará de los 2 que faltan!

Aplicaciones: 1. Así como la naturaleza de Dios es crear y construir, edificar, la de los demonios es destruir, arruinar. Abadón-Apolión está siempre presente en todo lo que es destructivo: actitudes, palabras, acciones violentas, la ira, el odio, el chisme, el engaño, alcohol, drogas, pornografía, sexo pre y extramatrimonial. En todo eso se hace presente el destructor. Pero pocas veces lo reconocemos. ¡Así de engañados nos tiene a veces el demonio! Nos tiene seducidos con su corona de oro y cabello de mujer. A veces es demasiado tarde cuando vemos sus dientes y hocico de león. 2. Todo el sistema del mundo, la política, el comercio, la educación, todo lo que implica el modernismo de nuestro día, al igual que en el primer siglo, están en mayor o menor grado bajo la influencia del abismo y sus demonios. Su meta es destruir a las personas, dañarlas, hacerlas sufrir. Cuando la persona rechaza al único Señor verdadero, al Rey Jesús, no le que otra que exponerse al agujón de estos seres malignos. La única posibilidad de protección es contar con el sello de Dios. Pero para tenerlo, hay que rendir la vida a Jesús. 3. Los creyentes tenemos esa dicha de ser protegidos del infierno y sus demonios. Pero no debemos jugar, bien sabemos que si nos descuidamos, como dice Pedro, el león rugiente anda alrededor buscando a quien devorar.  

I/C: Dios permite a las fuerzas del mal dañar a quienes le rechazan, pero siempre hay oportunidad de arrepentirse y disfrutar de su protección.

Conclusión:


El mal permanecerá en el mundo rebelde, no debemos pensar que el evangelio irá ganando terreno hasta derrotar a Satanás (Stam). Más bien, Dios lo permitirá, y bajo su control las fuerzas del infierno atentarán continuamente contra los mismos rebeldes que dan la espalda a Dios, contra los mismos que se someten a ellos. Rechazar a Dios implica abrazar el mal con sus demonios. Esta decisión puede parecer acertada y conveniente, hasta que llega el dolor, la picada de escorpión que punza hasta los huesos, pero que no termina de matar por más que se desee la muerte en lugar del profundo dolor. ¿A quien has elegido tú seguir, a quien estás rindiendo tu vida? ¿A Jesús, que puede protegerte del mal y quien al final lo aplastará o has elegido vivir bajo el dominio de las langostas-escorpiones, los emisarios del infierno que sin duda harán de tu vida un infierno? ¿A quién preferirás tú? Ojalá tú puedas decir con migo, con el apóstol Pablo y con todos los que hemos confiado en Jesús como nuestro Rey y Señor: “Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies” ¡Aleluya! (Rom. 16:20)

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