Conflicto mortal y victoria (Apocalipsis 12)



Introducción

El tema del mal como fuerza opositora al bien es algo casi imposible de eludir cunado se considera la historia de la humanidad. Hoy día algunas corrientes filosóficas quieren decirnos que  estrictamente hablando no existen tales fuerzas antagónicas, ya que todo es producto del devenir de la humanidad. Es decir, el hombre mismo es el creador de estos conceptos. Pero nosotros, los cristianos, sabemos que es ineludible la realidad del mal, aquello que causa sufrimiento y dolor, llámese como se llame. Sabemos por la historia y por la vida de la generalizada y sin excepción  naturaleza humana inclinada hacia la maldad y la depravación. Los verdaderos creyentes, particularmente nos enfrentamos a diario con este inescapable conflicto entre el bien y el mal. Dos naturalezas implantadas en nosotros que combaten por dirigir nuestras más triviales decisiones.  Lo vemos cuando tenemos que elegir entre hacer lo bueno o ir por el camino del mal, ya sea en acciones o aún en nuestros pensamientos. Pero ¿Por qué hay maldad? ¿de donde se origina? ¿Hay un punto y final para el mal? ¿Qué papel juega el creyente que vive en medio de una sociedad dominada por el mal? El capítulo 12 de Apocalipsis nos va a introducir a las respuestas de estas preguntas.

I. El Enemigo de Dios trató de arruinar su plan salvador, pero fracasó (vrs. 1-6).
          A.     Juan ve una primer señal: una mujer gloriosa a punto de dar a luz (1-2)
1.      “Señal”: aquí se refiere a un evento que indica o confirma la intervención de poderes trascendentes (Dios en nuestro caso). Se puede traducir también como un “presagio” o “portentos de los últimos días”.  Es una aparición aterradora en los cielos (“un gran espectáculo” dice Mounce) nunca antes vista que el vidente (Juan en este caso) ve (BDAG). Obsérvese que este portento se describe como “grande”. Es algo muy inusual y poderoso lo que Juan ve. Hay que decir que las imágenes contenidas en este capítulo tienen varios paralelos en mitos paganos que circulaban en los días de Juan, pero él los usa muy libremente para ilustrar para sus lectores las verdades cristianas que les quiere comunicar (Mounce).
2.      La manera en que se describe a la mujer de esta primer señal (“vestida de sol”, “la luna debajo de sus pies” y “corona de doce estrellas”), por un lado habla de la “gloria” o “majestad” del personaje o de lo que representa” (Ladd, Osborne). Por otro lado, es una imagen que sin duda se inspira en aquel sueño del José (Gen. 37:1-9), donde sol y luna representan a sus padres y las doce estrellas a sus hermanos. Por lo tanto, esta mujer majestuosa debe referirse al pueblo de Dios. En primer lugar Israel (Osborne), más específicamente el Israel fiel, la comunidad mesiánica (Mounce, Keener). Pero como en el vr. 17, esta mujer a todas luces representa a la comunidad creyente en Jesús, también representa a la iglesia (Por eso se puede pensar que las 12 estrellas pueden referirse a los 12 patriarcas como a los 12 apóstoles, Israel y la iglesia, Kistemaker) . En pocas palabras la mujer representa a los fieles del AT (Israelitas y gentiles), como a los creyentes del NT (judíos y gentiles, ¡la iglesia!) (Keener, Mounce, Morris). La descripción gloriosa que se hace, indica la victoria que Dios ha dado a su pueblo (Osborne)
3.      El otro detalle importante que describe a la mujer es que está embarazada y a punto de dar a luz. Israel en angustia es frecuentemente comparado a una mujer sufriendo dolores de parto (Is. 21:3) y con un niño por nacer (Is. 66:7) se usa como metáfora que indica la llegada del período de salvación (Aune). Así que desde el AT podría ser el pueblo de Dios que trae la salvación mediante el Mesías (Osborne). Pero Juan no nos da más detalles aquí sobre esto, sino que pasa a describir una segunda señal.  
         B.     Juan ve una segunda señal: un gran dragón que intenta devorar al hijo de la mujer (vrs. 3-4).
1.      “Otra señal”: un detalle de entrada es que Juan no describe esta segunda señal como “grande”, simplemente “otra señal”.
2.      “Un dragón rojo”: la idea de un dragón o serpiente como la mitológica encarnación del mal aparece en el AT en las referencias a Leviatan, Rahab y Behemot (Ladd, Sal. 74:14; 89:10; Is. 27:1). En general representaría a las fuerzas del mal que se oponen al bien, pero específicamente en Israel se usaba esta idea para referirse a los grandes emperadores que atentaban contra el pueblo de Dios (Osborne: Ez. 29:3: Faraón; Jer. 51:4: Nabucodonosor). Este es el gran enemigo y oponente de Dios y su pueblo (Osborne, Mounce). Su color habla de su carácter sanguinario, asesino (Mounce).
3.      “siete cabezas, diez cuernos, siete diademas”: esto habla de las pretensiones de este personaje de soberanía universal (7= completo) (Mounce, Osborne). Las diademas no son las guirnaldas de victoria sino coronas de autoridad, de realeza (Mounce, Aune). Los 10 cuernos representan su poder, su fuerza (Osborne, Kistemaker). Probablemente todo esto es un intento de imitación de este personaje de aquella autoridad y poder que pertenece únicamente a Cristo (cp. 5:6 y 19:12, Osborne).
4.      Su cola arrastra la 3ª parte de las estrellas y las arroja a la tierra: Algunos ven aquí una alusión a la caída original de Satanás quien habría arrastrado con él una cantidad de ángeles (Osborne, Aune, Kistemaker: 2 P. 2:4; Ju. 6). Es posible, pero ya que aquí no es Dios, sino el dragón quien actúa, es mejor ver esto como una expresión del gran poder del dragón (Mounce, Ladd, Morris).
5.      Se para frente a la mujer para devorar a su hijo al nacer: Ahora vemos que la ira del dragón está enfocada en el hijo de la mujer. Sin duda este hijo que está por nacer debe ser alguien especial. Podemos sospechar de quien se trata, pues hemos dicho que la mujer representa al pueblo de Dios, o como alguien más ha dicho (Mounce), la comunidad mesiánica que trae al Mesías. La referencia histórica específica puede ser la persecución de que fue objeto Jesús en su nacimiento por Herodes el Grande y toda la posterior oposición, peligros y tentaciones que padeció de los lideres de la nación en su ministerio, hasta llegar a su muerte (Mounce). En el fondo era el intento del dragón de frustrar la obra de Cristo (Ladd). Por un momento, la muerte de Jesús parecía el triunfo de las tinieblas, del dragón (Ladd).
          C.      El intento del dragón es frustrado: el Hijo es el tomado para reinar y la madre es librada por                  Dios (vrs. 5-6).
1.      “Dio a un hijo varón que regirá con vara de hierro a todas las naciones”: El misterioso hijo que el enemigo de Dios quiere devorar es aclarado. ¡Se trata del Mesías!, como se ha sospechado. La referencia que se usa viene directa y literalmente del salmo 2, donde se le promete al Hijo mesiánico que recibirá as naciones como herencia y las regirá (lit. pastoreará) con vara de hierro.  Por supuesto, el referente actual del niño Mesías para Juan es nuestro Señor Jesús (Keener). Él es quien está para dominar sobre todas ”las naciones” con severidad (Foulkes), que en el libro siempre hacen referencia a los moradores de la tierra que siguen y adoran a la bestia (13:7-8) y que serán finalmente destruidas (19:15) (Osborne).

Por dar a luz al Mesías, la teología católica ha identificado a la mujer con María, la madre terrenal del Señor y la han llevado a una posición exaltada a partir de este texto. Pero, es totalmente improbable que sea una interpretación defendible: 1) Apocalipsis no proporciona ninguna enseñanza explícita sobre María (Keener); 2) Esta interpretación no apareció sino hasta el siglo V d. C. (Beale); 3) Tampoco se puede afirmar que María específicamente haya sido perseguida después de la entronización de Cristo y que ello haya requerido su protección durante 1260 días (Keener).

2.      “fue arrebatado para su Dios y para su trono”: Interesantemente Juan pasa del nacimiento a la ascensión del Mesías, sin decir nada sobre su vida y ministerio (Osborne). Debemos asumir que es Dios quien lleva a cabo esta acción (pasivo divino) Esto habla de la entronización de Jesús a la derecha de Dios después de su resurrección y ascensión (Keener, Osborne, Aune, Mounce, Fil. 2:5-11). La muerte, resurrección y ascensión de Jesús es vista como un solo acontecimiento de nuestra salvación y toma por sorpresa al dragón (Foulkes) “Él contaba con que Jesús fuera como los demás hombres, cobarde y egoísta ante el martirio y cuando se dio cuenta e su error (porque al fin y al cabo no es omnisciente) ya era tarde. ¡Dios había resucitado a su Hijo y lo había exaltado a su diestra” (Foulkes, 1 Tim. 3:16 en forma hímnica) ¡Los nefastos propósitos del dragón quedan frustrados!
3.      La mujer huye al desierto y es sustentada por Dios por 1260 días: esta imagen representa a la protección y sostén de parte de Dios para su pueblo, especialmente durante períodos de gran persecución y particularmente el período final de persecución y tribulación (Keener). Es un período divinamente restringido (Aune, Osborne), que a veces se refiere como “un tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo (vr. 14) o 42 meses (11:2; 13:5), pero que siempre consiste de 3 ½ años (Aune). No significa que estén inmunes a los ataques y embates del enemigo de Dios, sino a la seguridad espiritual y sustento que tienen de parte de Dios (Mounce, Osborne).
Aplicación: Debemos estar conscientes de la batalla espiritual que ha habido y que aún persiste de parte del enemigo de Dios contra los planes salvíficos de Dios. ¡Incluso quiso destruir al mismo Hijo de Dios! ¡Gloria a Dios que fue derrotado! Pero ahora sigue trabajando duro para destruir al pueblo de Dios, es decir a ti y a mí. Los hermanos del 1er siglo luchaban contra las amenazas del emperador, con la tentación de abandonar para salvar sus vidas. Nosotros, si somos creyentes, experimentaremos también los embates del dragón, tratará de desviarnos de Cristo, pero debemos recordar que tenemos refugio y protección en Dios. Él nos cuida y alimenta mientras transitamos por el desierto.

II.  El enemigo de Dios ha sido contundentemente derrotado, pero aún puede engañar (vrs. 7-9).
            A.     Juan describe una batalla celestial entre Miguel y el dragón (vr. 7).
1.      Con la mayoría de intérpretes, podemos decir que lo que tenemos aquí, esta batalla cósmica entre Miguel y sus ángeles, representando al lado de Dios, y el dragón y sus ángeles representando al enemigo de Dios, es una representación simbólica (“la contraparte celestial”) del triunfo de Cristo sobre Satanás en su muerte y resurrección que se acaba de narrar en los versículos 1-6 (Osborne, Mounce, Foulkes, Keener y otros).
2.      Sin embargo, se puede argumentar (especialmente Osborne y Aune) que en esta batalla tenemos referencia no sólo la derrota del dragón en la muerte, resurrección y ascensión de Cristo, sino a la caída original del Satanás y sus ángeles (especialmente por las referencias del AT a la derrota de Leviatan, a las tradiciones judías de una expulsión original y a la mención de Jesús de esta caída en Lc. 10:18). Pero no sólo eso, sino también a la caída final y escatológica de estos. El dragón representaría y encarnaría a todas las fuerzas del mal que están detrás de toda oposición a Dios en cualquier época (Osborne) que ha sido y será finalmente derrotado por Dios. 
            B.     El dragón y sus ángeles es derrotado y echado del cielo (vrs. 8-9).
1.      “no se halló lugar para ellos en el cielo”: parece que, con el triunfo de Cristo, Satanás pierde un privilegiado acceso que tenía a la presencia de Dios (Keener, se puede recordar especialmente la referencia en Job 1. Kistemaker).
2.      “Fue lanzado fuera”, “fue arrojado”, “fueron arrojados”: se enfatiza su expulsión en vr. 9. Debemos asumir que es Dios quien lo echa (pasivo divino, Aune, Osborne).
3.      “el dragón, la serpiente antigua que se llama diablo y Satanás”: Hasta aquí Juan pasa a identificar de manera intencional, clara y contundente al dragón. Lo identifica en primer lugar con aquella serpiente antigua que engañó a la primera pareja humana (Gen. 3). Este es el antiguo enemigo de Dios, que ha tratado de arruinar los planes de él desde el principio (Aune). “Diablo y Satanás”: “Diablo” es la forma griega como se traduce el término hebreo “Satanás”. Específicamente significa “difamador”, “calumniador” (Ladd, Mounce). “Satanás” específicamente significa “adversario”, “oponente”. Tiene un origen forense, refiriéndose al fiscal, el acusador en una corte (Osborne). Describe perfectamente la naturaleza de este ser. Su fin es oponerse a Dios y acusar a la gente de Dios. Pero hace algo más…
4.      “el cuál engaña al mundo entero”: su función es engañar al mundo, es decir a gente. La referencia es principalmente al incrédulo, pero sin duda también al creyente (Osborne: a Jesús la narrativa de la tentación en Mt. 4, a los creyentes en Mt. 6:13, 24:24).
Aplicación: Satanás es el adversario de Dios y nuestro. Él se ha opuesto a los planes redentores de Dios desde siempre. Él es el que engaña al mundo entero cegando su mente para que no busquen a Dios. Pedro lo describe como león rugiente que merodea para devorar a sus presas (1 Pe. 5:8). Hermano, ¿estás permitiendo a este enemigo derrotado engañarte? ¿Cómo crees que lo hace? El te hace creer que el pecado no es tan malo, te hace pensar que no necesitas a Dios o que la iglesia es una farsa. Él siembra dudas en tu corazón. No permitamos al enemigo entrometerse en nuestra fe. Como Jesús en el desierto aprendamos a aferrarnos a la palabra de Dios cuando nos ataque. O, como lo dice Pablo, hay que derribar todo argumento que se levanta contra Dios y llevar cautivos todos los pensamientos a la obediencia a Cristo (2 Cro. 10:5).
Ahora, si el enemigo ha sido derrotado, ¿cuál es la implicación? Veamos en 3er lugar que…

III. La victoria de Dios significa la victoria del creyente y la agonía del incrédulo (vrs. 10-12)
            A.     Juan escucha la proclamación celestial del triunfo de Dios y de Cristo (vr. 10)
            B.     La voz celestial proclama la victoria de los creyentes (vr. 11)
            C.      Se invita a alegrarse a los habitantes del cielo (12ª).
            D.     Hay lamento por los moradores de la tierra debido a la ira del diablo por su derrota (12b)

Aplicación: 1) Como creyentes, ¡!ya no somos acusados!! Nuestra culpa ha sido saldada por el sacrificio perfecto del Señor. ¡Aleluya! Nuestro acusador ha sido echado y derrotado en el Calvario. Cristo, quien pagó nuestra pena, es nuestro defensor. No tenemos que vivir en temor o miedo. Debemos alegrarnos con los seres celestiales y celebrar nuestra Salvación. 2) Pero hay que recordar, que nuestra victoria implica nuestro testimonio acerca de Jesús, nuestra proclamación de su obra salvadora lo cual puede acarrearnos problemas e incluso requerir la entrega de nuestra vida. El creyente autentico, como los creyentes que Juan conocía a fines del siglo I, entregan su vida, antes de traicionar a su Señor. ¿Seríamos capaces de entregar la vida por el Señor?

IV. El derrotado enemigo de Dios intentará persistentemente destruir a su pueblo (vrs. 13-17).
            A.     El dragón derrotado continúa su persecución de la mujer, pero siempre es protegida (vrs. 13-              16)
            B.     El dragón pasa a perseguir a la descendencia de la mujer: el pueblo de Dios (vr. 17)

I/C: El enemigo de Dios ha sido derrotado y el verdadero creyente le vence con su decidida fidelidad.
Conclusión
Dietrich Bonhoeffer​ (4 de febrero de 19069 de abril de 1945) fue un líder religioso alemán que participó en el movimiento de resistencia contra el nazismo. Pastor protestante y teólogo luterano, fue arrestado y encarcelado. Mientras estaba preso fue acusado de pretendidamente haber formado parte en los complots planeados por miembros de la Oficina de Inteligencia Militar para asesinar a Adolf Hitler y por esa razón fue finalmente ahorcado el 9 de abril de 1945. En el amanecer del 9 de abril, Bonhoeffer, que el día anterior -domingo de cuasimodo- había dirigido un servicio religioso a petición de los demás presos, fue ejecutado con la horca. Debió desnudarse para subir al cadalso. Sus últimas palabras fueron "Este es el fin; para mí el principio de la vida".​ El doctor del campo -testigo de la ejecución- anotó: "Se arrodilló a orar antes de subir los escalones del cadalso, valiente y sereno. En los cincuenta años que he trabajado como doctor nunca vi morir un hombre tan entregado a la voluntad de Dios". Este es el triunfo cristiano del que habla Apocalipsis, es aquella profunda, decidida e inquebrantable fidelidad al Cristo de la cruz, al Señor que viene para reinar sobre todas las naciones. ¿Nos hemos acaso entregado de esta manera total y definitiva, ¡hasta la muerte al Señor! o, ¿vivimos en cómoda tibieza religiosa y tradicional?

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